Una iglesia donde solo se habla español – en el corazón de San Pablo – era un sueño antiguo de cientos de frecuentadores latinoamericanos y de habla hispana de la Universal. Aunque el trabajo con esa comunidad ya se realizaba hace 14 años, el salón donde se llevaban a cabo las reuniones se alternaba con otros grupos de la Iglesia. En un espacio propio en Rua Bresser, 1184, Brás – el primer encuentro reunió aproximadamente a 350 personas- peruanos, paraguayos, argentinos y bolivianos -, el último domingo 28 de febrero.
La elección del lugar no fue al azar, ya que la iglesia está a 100 metros de la conocida calle Coimbra, donde aproximadamente el 90% de los habitantes son oriundos de Bolivia. A finales de 2014, la región fue homenajeada por la Prefectura de San Pablo como patrimonio de Bolivia.
Según el Consulado de Bolivia, se estima que más de 350 mil bolivianos viven en San Pablo.
Una comunidad que solo crece
El grupo de la Universal comenzó con pocas personas, pero hoy ya tiene un trabajo sólido en la Iglesia, con miembros activos y grupos de Evangelización y Fuerza Joven. De este granero ya salieron obreros e incluso pastores para otros países. De los 17 obreros de la nueva iglesia, seis son hispanos.
Hace 4 meses, el trabajo es dirigido por el pastor Jean Carturani, que ya estuvo a cargo de otros proyectos con la comunidad latinoamericana en Estados Unidos. “Es un honor estar en este trabajo con los hispanos aquí en Brasil, donde recordamos el inicio de la Universal. Estamos viendo muchas vidas transformadas; personas que llegan desesperadas, desanimadas y sin nadie para que las ayude, y han encontrado una salida para sus problemas”, destaca.
La inauguración fue recibida con alegría por la comunidad. El obispo Edson Costa hizo una oración especial por todos los que están recomenzando la vida en Brasil. Muchas personas que estaban por primera vez en la Iglesia tuvieron la oportunidad de presenciar milagros y testimonios de otros frecuentadores.
Futuro incierto
Muchos de los participantes migraron a Brasil atraídos por mejores condiciones de vida. Sin embargo, cambiar de país no siempre es sinónimo de transformación.
Pamela Montenegro (foto de abajo), de Bolivia, sintió eso en la piel cuando vino a Brasil. “Me equivoqué creyendo que cambiando de lugar recomenzaría, porque el problema estaba en mi interior y “mi infierno” apenas comenzaba”, cuenta.
La decisión de emigrar vino después de ver la destrucción de su familia: padres separados, hermanos en las drogas y con pensamiento de suicidio. Con rabia de todo eso, Pamela comenzó a apostar sus esperanzas en la vida sentimental. Sin embargo, fue decepcionada y traicionada, y después de eso pasó a involucrarse con varios hombres, buscando venganza por la traición. “Cuando estaba sola lloraba mucho. En el fondo sabía que yo no tenía valor, pero tampoco sabía cómo tenerlo, cómo ser feliz”, recuerda.
En Brasil, la vida de la joven fue de mal en peor. Miseria y caminos equivocados. “Comía en lugares públicos económicos junto con mendigos, vendía dulces en la calle, ya vendí e incluso cambié mi ropa por comida”.
Trasformación
“Un día, no sé explicarlo, pero entré a la Universal para nunca más salir. Ese día lo vi como mi última oportunidad. Le dije a Dios que me sentía una basura, pero yo tan solo quería ser feliz”, recuerda.
El cambio no sucedió de la noche a la mañana, pero de a poco su vida se encajó en Brasil.”En poco tiempo me ofrecieron empleo, alquilé un departamento y una persona me regaló todos los muebles. Dios me sorprendió, hizo mucho más de lo que soñaba o imaginaba.”
Hoy Pamela tiene su interior curado, está casada y se declara una nueva mujer.
Participe
Si usted conoce a alguien que tiene como primera lengua el español, invítelo a participar en una reunión en la Universal de la Rua Bresser, 1.184, en Brás.
Haga clic aquí y vea más direcciones.
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