“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Le hay, y que es Galardonador de los que Le buscan.” Hebreos 11:6
¿Qué es una oración de fe? No se trata de griteríos lanzados al viento. Ni de palabras
bonitas, repeticiones vacías, elocuencia o postura corporal. A causa de su sublime acción, la oración de fe involucra pureza de espíritu y humildad. Requiere una sincera expresión de lo que hay escondido en lo más profundo del alma.
Transparencia total. Exige fe. Absoluta certeza. La certeza de ser oído; la certeza de lo que se quiere.
Cuando se está viviendo en sus derechos, no es difícil reclamarle al Justo Juez el
cumplimiento de Sus promesas. Incluso porque la fe explota cuando se presentan quejas justas. El Señor Jesús lo sabe. Aunque todos los ejércitos del infierno se unan para interceptar la respuesta, aun así, será en vano.
“Solamente di la palabra, y mi criado sanará” – Le dijo el oficial romano a Jesús.
Una única palabra proveniente del Trono de Dios ya es suficiente.
¡Imagínese más de ocho mil promesas! Sin embargo, hay que creer. Hay que creer de verdad. Hay que obedecer. Sí, el fiel tiene deberes y responsabilidades para con la Palabra de Dios. Pero también tiene derechos y privilegios en cuanto a Sus promesas. A causa de eso, usted puede presentar sus quejas por medio de la oración sincera. Y tenga
la certeza de la respuesta.
Del justificado por la fe al Justo Juez: la oración. Del Justo Juez al obediente fiel: la respuesta.
(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo.
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