“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.” (Mateo 11:12)
Así como es imposible mantener el matrimonio sin el sacrificio de la pareja, también es imposible mantener un pacto con Dios sin el sacrificio personal. El sacrificio de renuncia a sí mismo, el sacrificio del peso de la cruz y el sacrificio de andar en los pasos de Jesús día a día hasta la muerte. El pacto, la alianza, la pareja o el matrimonio exigen entrega, dedicación y fidelidad.
Además del Calvario, el Señor Jesús continúa sacrificando al tolerar nuestros errores y debilidades diarias. De nuestra parte tiene que haber abnegación de la voluntad propia, soportar la cruz del rechazo de los hijos del mundo y andar en Sus pasos día a día. ¿Es fácil? No, no lo es. Pero, ¿quién prometió facilidad en la conquista del Reino de los Cielos?
Jesús advierte que estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mateo 7:14).
Por lo tanto, quien cree que Jesús ya sacrificó y que no tiene necesidad de sacrificar también, se va al infierno, incluso creyendo en Jesús. El Reino de los Cielos no es para indolentes, perezosos o para quien quiere facilidades. Quien quiere las cosas fáciles que tome sopa de lombrices.
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Es imposible mantener un pacto con Dios sin el sacrificio personal.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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