“Ah, señor mío, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas Sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ‘No nos sacó el SEÑOR de Egipto’? Y ahora el SEÑOR nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.” (Jueces 6:13)
Israel era el retrato del fracaso. Su pavor del enemigo lo hizo morar en cavernas y abrigos en los montes. Al poco tiempo de paz, sembraba. Pero, en la cosecha, los enemigos venían con todo. Como langostas, destruían toda la cosecha. No hubo alternativa para Israel sino clamar al Dios de sus padres. Y el Altísimo escogió a Gedeón para liberar a Sus primicias.
Es interesante observar el criterio usado por el Señor para escoger a Sus siervos.
Gedeón era el hombre más indignado de Israel. Su odio hacia los enemigos generó la indignación. (No debemos odiar a las personas, sino a los espíritus inmundos que las han usado. Gedeón no tenía tal discernimiento). Pero no sabía cómo sacarle provecho a esa indignación, cómo usar esa energía. Fue allí que el Ángel del Señor se le apareció y le dio una palabra.
Al oír del Ángel que el Señor estaba con él, inmediatamente, mostrando su indignación, le respondió: “Ah, señor mío, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas Sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ‘No nos sacó el SEÑOR de Egipto’?”
En vez de ser reprendido por su audacia, el Ángel le confirmó su llamada: “Y mirándole el SEÑOR, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío Yo?” (Jueces 6:14).
Es decir: la furia de Gedeón era su fuerza.
Haga clic aquí y vea el mensaje anterior.
El Señor ha permitido que se levanten los enemigos para que la furia de nuestra fe se manifieste. Así, Él puede enviarnos a la victoria.
¿Le gustó este mensaje? Compártalo en sus redes sociales.
(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
[related_posts limit=”17″]