Este es un alerta a los nuevos convertidos que están conociendo la fe a la luz de la Palabra de Dios, para que no caigan en los mismos errores de los fariseos hipócritas. Examinando las Escrituras, observamos la manera misericordiosa en la que el Señor Jesús Se dirigía a los pecadores.
A la mujer adúltera, Él le dijo:
Ni Yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:11
A Zaqueo:
… Hoy ha venido la Salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Lucas 19:9
Esas personas vivían en la injusticia (pecado) porque nunca habían tenido acceso a los Decretos del Altísimo. Sin embargo, cuando reconocieron al Señor Jesús, fueron sinceras y abandonaron sus prácticas incorrectas y trillaron por las veredas de la justicia. Si existe algo abominable para el Señor Jesús es la hipocresía, o sea, que nos mostremos justos ante los hombres y que, por dentro o entre bastidores, practiquemos las más terribles injusticias (pecados). Los fariseos eran así.
Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. Mateo 23:28
Nuestro Señor los llamó “¡serpientes, generación de víboras!” Y les preguntó:
¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? Mateo 23:33
El reconocimiento de los pecados, el arrepentimiento sincero y el abandono de estos, quebrantan el corazón de Dios, que nos justifica por la fe. Sin embargo, el orgullo y la falsedad provocan Su ira.
… la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. Romanos 1:18
Por lo tanto, si usted desea requerir sus derechos de justicia y destruir las injusticias de este mundo que asolan su vida, presente su fe sacrificial y justa en el Altar, que es el tribunal de Dios, y ande en la justicia, caso contrario, lamentablemente, las injusticias son las que destruirán su vida.
Abraham requirió de Dios su derecho porque andaba en la justicia. El Señor atendió su pedido y, de toda una ciudad segada por fuego y azufre, solamente la familia de Abraham fue guardada. Así será con usted y su familia, si usted cree y anda en la justicia.
¡PIÉNSELO!
Que Dios los bendiga.
Colaboró: Obispo Sergio Corrêa