¿Usted ya notó que una fuente y un drenaje tienen estructuras muy semejantes?
Ambos son abiertos en la superficie y poseen un canal de comunicación entre esa abertura y la parte interior, que en el caso de la fuente son las aguas subterráneas, y en el del drenaje, es la cloaca.
En la fuente podemos matar nuestra sed, la de los animales y además obtener agua para una serie de funciones útiles. En el drenaje no podemos obtener el agua, porque en él esta se pierde, se filtra, se va.
Siendo común a los dos la estructura y el agua, ¿cuál es la diferencia entre ellos?
¡El sentido en el que el agua corre!
En la fuente el agua fluye desde el interior hacia el exterior, y en el drenaje viene del exterior hacia el interior. La primera solo da, y el segundo solo recibe.
La fuente y el drenaje pueden tipificar dos tipos de cristianos: aquel que se da a favor de los demás y aquel que solo piensa en sí mismo.
En el cristiano “fuente” es común ver la preocupación por el prójimo; él se da en trabajos voluntarios, evangelizaciones y visitas.
En el cristiano “drenaje” eso nunca es visto, y cuando sucede es solo para mostrarse, pues su naturaleza no es darse.
El fin de los dos tipos es conocido. En el caso de la “fuente”, Dios cuida a esa persona y hace que esté capacitada para dar aún más frutos. En el caso del “drenaje”, esa persona es cortada de la “comunicación” con Dios y por eso termina perdiéndose.
Está en nuestro poder la decisión de que seamos fuentes o drenajes. Y decidimos eso a cada momento cuando podemos hacerle el bien a alguna persona.
Todo pámpano que en Mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:2
Colaboró: Pastor Stanley Vaz