“Mas Yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte.” (Éxodo 3:19)
Cuanto mayor es la conquista, más reñida es la lucha y mayor el sacrificio.
Cuando mayor es el sueño, más exigente es el sacrificio para su realización. Esa enseñanza vino de lo Alto. La liberación de los hebreos de Egipto era un sueño casi imposible. Los hijos de Israel eran la gran fuente de riqueza y opulencia egipcia.
Riqueza a costa de su esclavitud.
Dejarlos libres significaba una pérdida irreparable.
Cuando el Señor envió a Moisés, le avisó: “Mas Yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte” (Éxodo 3:19).
¿Cómo liberar a los esclavos del mal sin el uso obligatorio de Mano Fuerte? Es decir, ¿sin lucha, sin guerra, sin sacrificio o sin la violencia de la fe? ¿Es posible usar la fe sin violentar las costumbres religiosas?
¿Es posible usar la fe sin violentar la voluntad de la carne?
Por eso, la fe es certeza, es convicción. Exige firmeza porque es natural de la fe enfrentar oposición. Si es fe, habrá fuerza contraria para intentar crear duda. Sin embargo, la Mano Fuerte es firme. Es firme en la certeza. Es firme en la convicción de lo que tiene que ser hecho.
Y lo que tiene que ser hecho, tiene que ser hecho, independientemente de lo que se siente, mirando exclusivamente hacia el objetivo. Para conquistar algo en este mundo, es necesario el sacrificio. Coraje, lucha, esfuerzo, trabajo. De la misma forma, los beneficios del Mundo Sobrenatural exigen la violencia de la fe sobrenatural.
No hay facilidad. Quien cree, va; quien no cree, se queda.
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La fe exige firmeza, certeza, convicción inquebrantable. El mal no cederá si no es obligado por Mano fuerte.
Si usted está enfrentando momentos difíciles y desea conversar con un pastor u obrero, acérquese a la Universal más cercana a usted.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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