En un día normal, ¿cuántas veces se detiene a revisar las notificaciones de su celular? ¿Recuerda cuántas páginas de internet visitó la semana pasada? ¿Cuántas horas estuvo atento a los programas de televisión los últimos días?
En la actualidad, somos bombardeados todo el tiempo por una enorme cantidad de información que sobrecargan nuestra mente y traen perjuicios, como la falta de concentración. “Los pensamientos no logran captar todo al mismo tiempo. Cuando nuestro cerebro se ve interrumpido por mucha información, nuestra productividad se ve comprometida”, informa el neuropsicólogo Eduardo Salles Moreira.
El especialista destaca que la cantidad exagerada de información también causa trastornos en el sueño, desánimo e inseguridad. “El individuo ve afectada su rutina, lo que termina provocando un desgaste intelectual”, apunta.
Debido a este exceso de estímulos, absorbemos de manera desenfrenada ideas y valores, y dejamos de filtrar lo que es relevante. Con la cabeza llena, no logramos realizar nuestras actividades de manera provechosa y mucho menos mantenernos conectados con Dios, ya que Él habla a través de nuestros pensamientos.
Ahora, llegó la oportunidad para descartar de nuestra mente la carga de información absorbida y estar cada vez más sensibles a la voz de Dios. El “Ayuno de Daniel”, que comenzó este domingo, 5 de junio, les trae a todos la posibilidad de estar más cerca de Sus pensamientos. Para eso, durante 21 días, es necesario renunciar a la información secular y a todo tipo de entretenimiento, manteniéndose alejado de las redes sociales, programas, novelas no bíblicas y películas seculares para realizar actividades que fortalezcan su comunión con Dios.
En su blog, el obispo Júlio Freitas explicó que el Ayuno es tan poderoso que fortalece varias áreas de la vida de una persona. “Nosotros somos cuerpo, alma y espíritu, cuando ayunamos, vigilamos más de cerca nuestros pensamientos, sentimientos, nuestras palabras, actitudes y reacciones. Es decir, vigilamos 100% nuestro espíritu. Al hacerlo, estamos fortaleciéndolo”, enfatiza.
De esta forma, es más fácil tener dominio sobre los problemas. “Nosotros somos materia y vivimos en un mundo físico, pero es un hecho: existe un mundo espiritual. Y, para que prevalezcamos en ese mundo físico en el que vivimos, tenemos que prevalecer, en primer lugar, en el mundo espiritual”, advierte.
Así como el profeta Daniel se refugió durante 21 días para buscar el entendimiento de Dios, desde la primera edición del “Ayuno de Daniel”, en el 2011, las personas en todo el mundo vencieron hábitos, debilidades, problemas y tuvieron un avivamiento porque se dedicaron a esa “limpieza mental”. Lea los ejemplos a continuación.
Valorización a Dios
Muchas personas, incluso frecuentando la iglesia, terminan perdiendo el temor a Dios.
Lucielma Santana, de 22 anos, (foto al lado) participó de todas la ediciones del “Ayuno de Daniel”, pero en una de ellas no vivió el propósito como debía. “Comencé a pensar: “Ya tengo el Espíritu Santo, si no participo no sucederá nada”. Entonces comencé a entrar en las redes sociales, a ver televisión y usaba todo el tiempo el celular”, cuenta.
De a poco, ella se fue enfriando en la fe. No leía más la Biblia y no hacía oraciones como debería. Entonces, ella notó que, si no reaccionaba podía perder la relación que tenía con Dios. “Cuando faltaban algunos días para terminar el “Ayuno”, oré y le pedí perdón a Dios y me desconecté de las cosas del mundo para enfocarme en Él.”
Lucielma recomenzó la campaña, pues entendió que no importaba el número de “Ayunos de Daniel” que hiciese, sino que todos eran necesarios para mantener el Espíritu Santo dentro de ella. “Entendí que Dios me cuida. Entonces, hago todos los “Ayunos” como si fuese el último y valoro cada momento a solas con Él.”
Cambio y bautismo
El locutor de radio Ricardo Tofanelo, de 34 años, (foto de al lado) cambió su vida por completo después de la primera edición del “Ayuno de Daniel”, en el 2011. Después de 13 años siendo dominado por las bebidas, por las drogas y por la promiscuidad, él encontró en el “Ayuno” la fuerza para poder liberarse de los problemas. “Estaba en el fondo del pozo, había perdido mi empleo, mis valores y hasta mi carácter. Entonces, fui a buscar ayuda en una Universal”, dijo.
Al frecuentar las reuniones, él aprendió a obedecer las enseñanzas de Dios. Mientras pasaba por el periodo de conversión, llegó la campaña del “Ayuno de Daniel”. “El pastor decía que debíamos estar sin entretenimiento. Pero, como me estaba costando dejar de fumar, aproveché también para terminar con ese vicio y dejé el paquete de cigarrillos en el Altar”, relata.
Ricardo entendió que esa era la oportunidad para que el Espíritu de Dios entrase en su vida. “Sabía que mi cuerpo había sido usado por las fuerzas del mal por mucho tiempo. Entonces, cuando recibí la dirección para hacer todo de forma correcta, estaba seguro que recibiría la presencia de Dios”, explica.
Todos los días, él oraba a la medianoche, entraba en el blog del obispo Macedo, anotaba sus reflexiones, leía libros bíblicos y se ungía con aceite consagrado. Al final del “Ayuno”, además de haber cambiado, él fue bautizado con el Espíritu Santo. “Me entregué verdaderamente y el cambio ocurrió desde adentro hacia afuera”, concluyó.
Malos hábitos olvidados
Algunas costumbres roban la comunión con Dios. Vanessa Gomes de Brito, de 30 años, (foto del al lado) era adicta a programas violentos, como leyendas urbanas y series de terror. Aún frecuentando la Universal, ella no lograba ver el “Ayuno” como algo espiritual. “Creía que él me privaría de cosas que no tenían que ver con la fe. Pensaba: ¿Qué diferencia le hace a Dios si a mí me gusta ver la televisión?”, revela.
Después de resistirse, a fines del 2015, decidió participar. “No soportaba más estar en la iglesia y no haber tenido una experiencia con Dios. Decidí hacer lo correcto”, afirma. El hecho de ser adicta a la televisión fue un desafío para Vanessa, pero ella comenzó a leer blogs cristianos y a meditar en la Biblia. “Antes dejaba las cosas de Dios en segundo plano. Vi que tenía tiempo, solo que no lo usaba para tener una relación con Dios”, decía. Ella cuenta que el “Ayuno” cambió su comportamiento. “Entendí que perdía horas preciosas llenándome de nada y comencé a interesarme por las cosas de Dios”, finaliza.
Espíritu siempre renovado
Todo ayuno exige sacrificio, pues la mente anhela “alimentarse” de aquello que es un hábito. Paulo Cesar Alves, de 46 años, (foto de al lado) siempre tuvo la costumbre de ver los juegos de futbol en la televisión. Él participa del “Ayuno de Daniel” desde la primera edición, cuando fue bautizado con el Espíritu Santo y, en todos, trata de distanciarse de los que comparten el mismo hábito. “Estoy 21 días sin ir a la casa de familiares, pues ellos se reúnen para comentar los juegos”, aclara.
Él cuenta que la edición del “Ayuno de Daniel” que se realizó durante la Copa del Mundo fue bastante difícil, pero con perseverancia, logró mantenerse distante de la información. “En el almuerzo, mis compañeros de trabajo comentaban lo que estaba sucediendo. Entonces yo me iba al auto y meditaba en la Palabra de Dios”, recuerda.
Paulo trataba de ver películas cristianas, oír la programación de Radio Aleluya, ir más a la iglesia y vigilar sobre lo que conversaba. “Al final, me renuevo, con una paz muy grande. Todos los “Ayunos”, parece que recibo el Espíritu Santo nuevamente”, resalta.
El Ayuno de Daniel es un momento importante para que usted se acerque a Dios. No lo deje para después, invierta en su vida espiritual.
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