“No digas en tu corazón: mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate del SEÑOR, tu Dios, porque Él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar Su pacto que juró a tus padres, como en este día.” (Deuteronomio 8:17; 18)
Muchos solo se acuerdan de Dios en las dificultades. Cuando el sufrimiento los alcanza, corren hacia Él. Mientras tanto, cuando todo está bien, se creen autosuficientes.
Esto no es inteligente. Los cuidados del día a día hacen que algunos se olviden de la participación de Dios en aquello que conquistaron.
Es muy fácil mirar sus conquistas y pensar que son el resultado de su esfuerzo.
Al final, usted se esforzó, se ha esforzado todos estos días, meses y años. Pero esas conquistas no tendrán estabilidad sin la sociedad con el Espíritu de Dios.
Y por “riquezas” no entienda que es solo dinero. ¿Cuántos son los que Le dan la espalda a Dios a causa de un matrimonio? ¿Cuántos son los que se olvidan de lo que Él hace, y con sus propias manos, transforman lo que era una bendición en maldición?
Si usted depende de Dios, entonces, reconózcalo en sus caminos. Reconozca a Dios en todas sus conquistas. No confíe en su propia fuerza y no quiera depender solamente del poder de su brazo. Sea lo que sea que usted esté emprendiendo hoy, no se vanaglorie de lo que adquiera. Mantenga su humildad y honre a Dios. Solo así es posible garantizar la tan soñada estabilidad.
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Sea lo que sea que usted esté emprendiendo hoy, mantenga su humildad y honre a Dios.
Si usted quiere aprender más sobre este tema, participe de la Noche de la Salvación, que se realiza todos los miércoles en la Universal. Haga clic aquí para buscar la dirección de una iglesia más cercana a usted.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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