Claudia Acosta sufrió la separación de sus padres, la criaron sus abuelos en un clima de violencia, su abuelo era alcohólico y golpeaba a su abuela hasta enviarla al hospital, por lo que creció con mucho miedo, traumas e inseguridad. “Me sentía más segura fuera de mi casa, por eso vivía prácticamente en la calle. Mi abuela se iba a trabajar todo el día y yo estaba afuera todo el tiempo. Por esa situación pasé por un intento de violación a los 12 años, recuerdo que a partir de ese momento comencé a ser una joven reprimida, muy triste, depresiva, me vestía de negro y hasta intenté suicidarme a los 15 con un arma de mi abuelo. Creía que no le importaba a nadie, esa fue la primera vez que lo intenté.
A los 18 años conozco a mi esposo, él era cantante de rock y estaba involucrado con los vicios. Cuando me pongo de novia con él, mi mamá intenta ocupar su lugar de madre aconsejándome, pero me decía cosas horribles, quería que no salga con él, entonces me escapé y me fui a vivir con él. Desaparecí de mi casa y nadie preguntó por mí, nadie me buscó, por seis meses. Al poco tiempo quedé embarazada, estaba todo bien con mi esposo, éramos compañeros, lo acompañaba a los shows y lo traía alcoholizado y drogado porque quería ayudarlo, pero él se quedó sin trabajo y nos quedamos en la miseria.
Habíamos construimos un hogar y luchamos juntos para salir adelante, él estudió y se recibió de enfermero, pero empezó a trabajar todo el día y no nos veíamos. Un día al sacar del bolso todo para lavar encontré una carta de su amante. No lo podía creer, se me vino el mundo abajo, él había sido mi primer novio, la persona en quien yo deposité toda mi confianza. Con él me había sentido amada, valorada, no podía creer lo que me estaba pasando.
Lo enfrenté, él me negó todo hasta que me dijo que no la iba a dejar. Yo lo amaba tanto que intentaba ser compañera para reconquistarlo, pero él me maltrataba y mis hijas me tenían terror porque yo rompía todo y las agredía verbalmente por los nervios que me generaba su trato”, cuenta Claudia.
“Yo quería llenar un vacío que tenía, por eso inicié esa relación, pero me di cuenta de que estaba destruyendo a mi familia. Estuvimos tres meses separados, en ese tiempo me invitaron a la Universal, eso me hizo reflexionar para volver a armar mi familia”, explica Roberto.
Mientras tanto Claudia pasaba horas en internet hablando con desconocidos. “Él vino a hablar conmigo, lo noté diferente y me invitó a la Iglesia. Yo acepté y fuimos cada uno por su lado. Escuché la Palabra de Dios y supe que mi familia podía ser restaurada. Apenas terminó la reunión nos reencontramos y nos abrazamos, ese era el comienzo de una nueva historia. Desde ese día nunca más nos separamos porque nació el verdadero amor en nosotros y todo fue cambiando en la relación. Hoy somos muy felices juntos y nuestras hijas disfrutan de la estabilidad que tenemos”, afirma sonriendo junto a Roberto.
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