Entre muchas cosas que afectan la vida de una persona, sin duda, el campo sentimental es uno de los principales. Cuando somos niños, nuestros afectos generalmente se plasman en la familia: padre, madre y hermanos. En el desarrollo del crecimiento, comienza a despertarse en nosotros una atracción por personas del sexo opuesto.
Esta clase de comportamiento ya se puede notar bien temprano en la vida, cuando el adolescente se enamora de la profesora o de la compañera del colegio; la joven sueña con aquel galán de la televisión o cantante popular, otras veces, se enamora de un primo o un vecino. Esto es un fruto de esa atracción, es totalmente normal que eso suceda en la vida del joven, pero, luego descubrirá que tan pasajeras son esas pasiones.
No se ilusione: El primer amor no es, necesariamente, el primer novio o novia. ¡Pero, también lo puede ser! Lo importante es que usted entienda, lo que explicamos referente a la diferencia entre la pasión y el amor inteligente. No es difícil identificar el surgimiento del primer amor para aquel que tuvo un encuentro con Dios porque hay una comparación muy íntima entre el encuentro con Dios y el encuentro con el primer amor.
El mismo Dios, innumerables veces usa la relación del hombre y la mujer para describir su relación con los seres humanos: “Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo”. (Isaías 62:5)
Este es el relato de alguien que encontró el primer amor con Dios:
“Cuando en realidad encontré al Señor Jesús, pude verificar inmediatamente que nunca lo había conocido de hecho y de verdad. Fue una experiencia nueva, diferente de todo lo que ya había experimentado. Entonces, me saqué todo de encima, los otros dioses y religiones de este mundo y abracé la fe pura y viva en Él. Fue un amor que creció cada día. De repente dejé las cosas del mundo, las voluntades de la carne, las malas costumbres de hace tiempo, lo hice solamente para agradarlo. Deseando estar en la iglesia, en su presencia, hablar con Él en oración y cantarle alabanzas a cada momento“.
Él, por otro lado también, se me reveló extremadamente justo, misericordioso y compasivo, mostrándome que, a pesar de mis tantas fallas y pecados, con su verdadero amor fue capaz de dar la propia vida por mí, “Ah, el primer amor” ¡Es imposible olvidar! Es tan fuerte y sublime que el propio Señor Jesús exhorta a su iglesia a no abandonarlo con riesgo de perder la salvación.
Así es también cuando encontramos la persona que será nuestro primer amor, lo que existe primeramente es una simpatía por ella: Sus actitudes, su manera de ser y de relacionarse con las demás personas, eso llama nuestra atención. Es decir, comenzamos a desarrollar un sentimiento bueno y amoroso en relación a esa persona; de la misma manera sucede en nuestro encuentro con el Señor Jesús. Pues, nunca sucede que una persona llegue a la iglesia por oír hablar del Señor Jesús por primera vez y luego se derrita de amores por Él.
Por el contrario, es algo que lleva su tiempo, hay quienes llevaron menos y otros más tiempo; pero siempre existe el momento de conversión total, del encuentro con Dios. Basado en esto, creo que el amor verdadero entre un hombre y una mujer sólo va a concretizarse en realidad y madurar de hecho, después del matrimonio.
Este es el momento en que entra una alianza conyugal y pasan a ver la desnudez física y espiritual uno del otro, así el verdadero amor puede echar raíces. Es entonces que uno será capaz deber los defectos del otro y aprender a soportarlos.
Van a enfrentar problemas y dificultades juntos, y tendrán que aprender a superarlas y a vencerlas. Entonces, lo que hay en el período del noviazgo es una atracción, un gusto, una simpatía, que son ramas del amor, el cual vendrá verdaderamente después, en el matrimonio.
Quizás usted pregunte:
¿Entonces, cómo es que voy a saber si aquella persona es mi otra mitad, si el amor verdadero sólo nace después del matrimonio?
Muy sencillo. Como hablamos anteriormente, basta verificar si el amor que usted tiene por la persona no es apenas una pasión.
Pregúntese a usted mismo:
1. “¿Será que el deseo y la atracción que siento por él (o por ella) es más por su belleza exterior, por su título, por lo que tenga y me pueda ofrecer?”
2. ¿Será que este sentimiento me está volviendo loco(a), enfermo(a), ciego(a), no me deja parar de pensar en él(o en ella) y no me deja ver las diferencias que existen? (cultura, raza, estudio, edad, familia, espiritualidad, fe, etc)”.
3. ¿Esta es la persona que quiero tener a mi lado hasta el fin de mi vida?
Sea honesto con usted mismo y las respuestas a esas preguntas lo ayudarán a diferenciar el primer amor de los otros sentimientos engañosos.