¿Ya ha notado que hay cristianos que experimentan victorias más rápido que otros? Algunos no llegan a conquistar nada. Solo observan las conquistas de los demás.
¿Por qué sucede eso?
La respuesta es simple: algunos se ven frente a un precipicio llamado duda, que provoca miedo y, consecuentemente, paraliza. No sucede nada mientras que los “miedosos” permanecen de pie.
De hecho, este precipicio existe para todos. Y, mientras que algunos están paralizados, otros ya saltaron, pasaron por él y están allá adelante. Esas personas no están estancadas, pues ellas son impulsadas por algo muy especial: la fe.
Entonces, ¿cómo conseguir esa fe que deja los precipicios de la vida para atrás? Todos saben que, antes de comenzar un tratamiento, es necesario conocer el origen de la enfermedad. Por eso, es necesario entender cuál es el causante de la duda. Y quien lo explica es el obispo Edir Macedo: “hay espíritus inmundos que toman posesión y controlan los corazones de las personas que aún no tuvieron un verdadero encuentro con Jesús, engañando sus sentidos y arruinando sus vidas. En el caso de los cristianos, esos espíritus pueden también sembrar dudas, estimulando la inseguridad y la debilidad. Sin embargo, el Espíritu da las condiciones para que resistan y sean vencedores”.
No sirve luchar para mantenerse firme y continuar teniendo pensamientos cargados de inseguridades, como por ejemplo ¿Dios estará conmigo? ¿Realmente fui perdonado por mis pecados? Esos pensamientos son el resultado de la duda que dificulta a cualquiera de seguir adelante. Las consecuencias son el estancamiento en la vida sentimental, en la economía y en la salud. La duda es la mayor enemiga de la verdad, la mayor enemiga de la fe. Y tener fe quiere decir una sola cosa: tener certeza.
Fe en acción
El primer paso que se debe dar es racional. Según el obispo Macedo, es necesario tomar actitudes que contradigan las emociones engañosas. “Tengo que aprender a contrarrestar, literalmente, los sentimientos del corazón, con el fin de ejercitar mi fe sea y ponerla en acción”. Es lo que él llama actuar por la fe. “Si me acostumbro a tomar actitudes contrarias a las dudas, a los temores, o a cualquier otro sentimiento que provienen del corazón, contrarios a la Palabra de Dios, entonces me estaré acostumbrando a vivir por la fe.”
“Hablar es fácil”, quizás piensa usted. Por lo tanto, el obispo da un consejo de cuál es el punto de partida. Toda lucha debe tener un primer paso y ese paso está en la Biblia. “Actuando en contra de lo que se siente, solo siguiendo el consejo de la Palabra.” Y completa, con esta dirección: “Cuando Dios ve este esfuerzo sobrenatural de la persona para vencer la duda, entonces Él llena su corazón de fe, fortaleciéndola para que pueda conquistar las victorias.”
Y preste atención: la duda es tan importante para el diablo como la fe para Dios. ¿Quiere una prueba? Ella está en un versículo bíblico muy conocido: Lucas 4.1-13. Él muestra que el rey de la mentira quiso plantar la semilla de la duda hasta en el propio Jesús para someterlo a su voluntad. Intentó hacer que el Mesías se cuestione si Él era realmente el Señor de todo lo que existe y si el poder del Padre también estaba en el Hijo. Todos sabemos cuál fue el resultado: el Maestro nazareno no le prestó atención a las provocaciones infernales y se mantuvo firme en la certeza de su fe. ¿Y para qué hizo eso? Para enseñarnos a hacer lo mismo.
El verdadero cristiano no busca estas justificaciones. No necesita evidencias. Tiene seguridad y listo. No le presta atención al “¿Y sí…?” que el diablo le sopla. La seguridad depende de la razón, de la inteligencia y no del corazón y de sus trampas.
Tome posesión de las armas que Jesús le enseñó a usar. Extermine las dudas apenas den una señal y salte, con el impulso de su fe, sobre el obstáculo que surja. Solo así usted podrá probar el crecimiento personal, profesional, financiero – y el espiritual, sin el cual ninguno de los demás tiene sentido.
No se sorprenda si, después de saltar la duda y destruirla, usted comienza a subir en dirección de sus conquistas.
Los domingos, en todas las Universal, los obispos, pastores y obreros, claman para que todos los presentes tengan un encuentro con Dios. Vea aquí la dirección de la Universal más cercana a su casa.
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