Trabajando hace más de cinco años con orientación financiera, he visto que, incluso dentro de la iglesia, las personas son extremadamente desorganizadas con sus finanzas. Muchas usan una fe emotiva en el momento de gastar su dinero y después se ven llenas de deudas, sin saber por qué Dios no las bendice. Cuando están delante de una vidriera, no piensan en una planificación económica ni si faltará dinero para pagar las cuentas de mañana. Lo que hacen es comprar todo lo que viene por delante “en la fe” de que Dios proveerá y hará aparecer dinero para cubrir sus necesidades, aunque ellas hayan gastado su dinero irresponsablemente.
Muchas se me acercan, y lo primero que me dicen es que son diezmistas y ofrendantes, y que, aun así, no han visto las ventanas de los cielos abiertas, conforme la promesa del libro de Malaquías. Con eso, pasan a considerar que, quizás, la promesa de Dios “no sea tan así como ha sido predicada”… Sin embargo, he observado algunos comportamientos de estos “fieles” que me gustaría compartirles.
Hace tiempo fue hecho un propósito en mi iglesia de que, durante todo ese mes, no nos presentaríamos de manos vacías delante del Altar de Dios, o sea, todos los días que fuéramos a la iglesia llevaríamos una ofrenda según la condición de cada uno. Pues bien, esas mismas personas que decían no tener tiempo para hacer una planificación económica, comenzaron a pensar en cómo harían para tener ofrenda todos los días, y encontraron una forma: cambiaban billetes de diez y veinte reales por monedas de 1 real o billetes de 2, así, con diez o veinte reales tenían ofrenda para los próximos 10 o 20 días. Es gracioso que, delante de la vidriera, gastan lo que no pueden creyendo que Dios proveerá para los gastos futuros, pero, delante del Altar de Dios, calculan, encuentran una manera y dicen “Dios entenderá”. ¿Dónde está la fe para dar lo mejor que tienen hoy creyendo que Dios proveerá para Sí la ofrenda de mañana?
En relación a la Hoguera Santa, he visto lo mismo: personas que comienzan a colocar sus ganancias y sus gastos en el papel y me escriben en el blog diciendo que “no sobra nada”, por eso, no tienen cómo participar de la campaña y que “Dios entenderá”. Para justificar su “excención”, dicen que leyeron mis libros y que en ellos está escrito que debemos honrar nuestros compromisos con responsabilidad para que demos buen testimonio, por eso, no pueden dejar de pagar sus cuentas. Es gracioso que antes de la campaña, muchas de ellas jamás habían puesto sus cuentas en la planilla para ver si podían comprar esa ropa que deseaban o si era viable cambiar los muebles del living… Simplemente, pasaron la tarjeta o emitieron cheques y más cheques sin la menor responsabilidad de su testimonio de cristiano. Y, después, incluso Le reclaman a Dios Sus bendiciones que sobreabunden. ¿Cómo el Justo Juez podrá dar algo que sobreabunde a personas que, cuando se trata de Él, ofrendan de forma mezquina, midiendo cada paso que dan en dirección al Altar?
En el momento de sacrificar sus ganancias con gastos irresponsables dicen: “Dios proveerá”.
Pero, en el momento de sacrificar en el Altar del Altísimo, se eximen y dicen: “Dios entenderá”. ¿Será así?
¡Un fuerte abrazo, en la fe de Abraham!
Colaboró: Patricia Lages