Recientemente, un video en el que la policía atendió la ocurrencia de una joven embriagada tuvo miles de visualizaciones en las redes sociales. Ella está visiblemente alterada, cuando los agentes le piden que ella le mande un mensaje para que nadie entre en el mundo de las drogas.
Lamentablemente, ella ha sido el ejemplo de lo que no hay que hacer. Pero ahora usted verá el relato de un joven que un día estuvo como ella, pero venció el problema.
Cómo comenzó
Marcelo Costa Biotulfi Junior es un joven de 21 años que, desde niño, presenciaba a su madre siendo golpeada por su padrastro. Eso hizo que él creciera siendo un adolescente rebelde y no tardó mucho para que él encuentre un “alivio” en las drogas. “Los años pasaron y yo fue descubriendo lo que el mundo tenía para ofrecerme. A los 13 años usé el narguile, pero con ayuda de amigos conocí y comencé a consumir otras drogas: cigarrillo, bebidas, marihuana y cocaína”, recuerda Marcelo.
El también conoció el mundo del rock, fue vocalista de una banda y creó su propio estilo, con varios piercing y tatuajes. De esta manera, Marcelo se convirtió en el centro de atención, estaba rodeado de amigos, de mujeres y con una aparente alegría, pero en su interior él todavía se sentía solo y vacío. “Yo tenía todo, pero siempre deseada ser otra persona”, cuenta.
Pero el peor momento todavía estaba por venir. Al mezclar varias drogas, tuvo una sobredosis. Yo creía que tenía el control, pero después el vicio comenzó a controlarme de manera que no podía estar ni siquiera un día sin drogarme y, cierta vez, terminé teniendo una sobredosis. En aquel momento creí que me iba a morir”, revela.
“¡Dios, yo quiero ser diferente!”
Al pasar por esta experiencia, Marcelo entendió que necesitaba tomar actitudes diferentes. La madre siempre lo invitaba a la Universal y, esta vez, él decidió aceptar. “Llegué a la iglesia un domingo y lo que me pareció más interesante es que nadie me juzgó por tener un estilo diferente. En mi oración a Dios yo fui muy sincero y le dije a Dios que me gustaba consumir drogas, pero que quería parar y le pedí ayuda. Realmente quería ser diferente”, afirma.
A partir de aquel momento, él recibió fuerzas para alejarse de las malas amistades, vencer el vicio y frecuentar asiduamente las reuniones de liberación. No fue fácil, pero con la fuerza de la fe alcanzó la victoria. “La felicidad que buscaba solo la encontré cuando me volví a Dios. Hoy soy feliz, no necesito más drogas, tengo una buena relación con mi madre, no le tengo rencor a mi padrastro y, lo más importante, tengo certeza de mi salvación”, celebra.
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Si usted tiene vicios y no sabe cómo detenerse, participe en la “Cura de los Vicios” que se realiza todos los domingos a las 15 h en Av. Corrientes 4070 – Almagro.
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