Hay un millón de maneras por las cuales las personas pueden ofendernos y herirnos. Ellas pueden herirnos verbalmente, crear chismes acerca de nosotros, traicionarnos, dañarnos, decir mentiras, en fin, la lista es muy larga.
Tal vez usted haya sido traicionado por la persona amada. O supo que un compañero de trabajo habló mal de usted. No faltan motivos para mantener un rencor en nuestro corazón contra alguien. El único problema es que, cuando guardamos rencor, nosotros somos los que sufrimos.
Estudios médicos recientes sugieren que las personas que practican el perdón tienen mejores amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Son más felices, viven una vida más saludable y son más exitosas. Los médicos ya comenzaron a asociar las tristezas y el rencor al estrés, a la depresión, al insomnio, a la presión alta y a otras enfermedades. Usted puede estar enfermo, pero la raíz del problema es lo que usted guarda en su corazón. El perdón es bueno para quien es perdonado, pero es aún mejor para la persona que perdona.
Generalmente, nosotros pensamos así: si perdono a esa persona, es como si ella saliera ilesa de todo lo que me hizo. Pero no es tan así. Porque, cuando usted perdona, se está librando a sí mismo de la maldad de la otra persona. Usted está poniéndose por encima de aquella persona, fuera de su alcance. Yo puedo hablarle de eso, porque fui prisionero del rencor y de la amargura en un cierto punto de mi vida. Voy a decirle lo que hice para librarme de eso.
Lo primero fue decidir perdonar. El perdón es una decisión que usted toma, no es un sentimiento. El perdón es algo que usted hace, no es algo que usted siente. Entonces, la decisión es muy importante.
Lo segundo que hice fue comenzar a orar por aquella persona. Yo puse mis sentimientos a un lado y comencé a orar. Confieso que, al principio, mi oración fue muy sincera, porque no quería nada bueno para aquella persona. Pero, para mi sorpresa, Dios comenzó a cambiar mi corazón. Usted puede pensar que eso es una tontería, pero le digo: funciona.
La tercera y última cosa fue observar que no valía la pena insistir con aquel rencor. Decidí seguir adelante. Como dije antes, yo era el que estaba sufriendo, yo era el que sostenía el rencor. La persona por quien yo sentía ese rencor ni siquiera sabía que yo estaba enojado con ella. Entonces usé mi inteligencia y comencé a mirar hacia adelante. Mis últimas palabras para usted son: si hay algún vestigio de resentimiento, rencor, tristeza o amargura en su corazón contra alguien, hágase un gran favor y perdone a esa persona. Comience a empeñarse en eso. Estoy seguro de que usted será mucho más feliz. Usted se sentirá más libre, más aliviado y más saludable. En todos los sentidos.
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