Los terremotos ocurrieron durante la madrugada del martes 23 para el miércoles 24 de agosto del 2016. Hasta el momento, fueron registrados en el país más de 200 temblores de magnitud de hasta 6.0.
Después de los acontecimientos registrados en L’Aquila, en 2009, el actual terremoto, que alcanzó a gran parte del centro de Italia, está entre los más graves de los últimos años. Lamentablemente, el número de muertes continúa aumentando. Actualmente, alrededor de 159 cuerpos fueron encontrados.
Ascoli Piceno, Rieti y Perugia fueron las provincias más perjudicadas, como también las pequeñas ciudades Amatrice, Arquata del Tronto, Accumoli y Norcia (llamadas por los italianos como “paesi”).
En Accumoli, hubieron 2500 evacuados, casi dos mil de esas personas estaban de viaje de vacaciones, como suelen hacerlo en verano. El alcalde de la ciudad, Stefano Petrucci, declaró a la prensa que allí no quedó ni siquiera una casa firme.
El trabajo de búsqueda y socorro a las personas enterradas continúa incesantemente. Mientras dos hermanos, de 4 y 7 años, fueron desenterrados vivos, otro de 4 años, de la ciudad Amatrice, falleció en el hospital Ascoli Piceno. Una niña, de solo 18 meses, murió entre las ruinas. Muchos continúan desaparecidos.
Las ciudades que poseen el Centro de Ayuda (Universal), no sufrieron grandes temblores (Siracusa, Nápoles, Roma, Florencia, Verona, Venecia, Padua, Turín, Génova y Milán). Algunas sintieron un leve temblor, pero sin ningún relato superior a este.
En cuanto a los lugares afectados, ya comenzó el armado de tiendas para abrigar a la población. Un servicio importante, pues a pesar de que estamos en agosto, durante la noche la temperatura local puede bajar a 10ºC.
Las personas están en estado de shock. No es para menos, a fin de cuentas, en los últimos 15 años, la población ha vivido fuertes temblores, normalmente durante la noche, alcanzando a personas desprevenidas.
El terror está estampado en el rostro de las víctimas, que perdieron sus casas, personas queridas y todo lo que habían conquistado. Un acontecimiento apocalíptico, que despierta la curiosidad no solo de estudiosos, religiosos o supersticiosos, sino también de todos los voluntarios que se movieron para prestar ayuda.
De forma general, los italianos no suelen creer en las profecías bíblicas, pero cuando están involucrados en fenómenos de este género, comienzan a reflexionar, aunque sea movidos por el miedo y por la desesperación.
Vale recordar que, en las Escrituras Bíblicas, encontramos la palabra terremoto más de 500 veces. Entre esas, podemos destacar las advertencias apocalípticas. Por otro lado, en Mateo, Lucas o Marcos 13:8, encontramos la revelación que estamos viviendo:
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.
Nadie logra estar preparado para una tragedia, pero podemos preparar el destino de nuestra alma (sea para la vida eterna, o sea para la “muerte” eterna), de acuerdo con las elecciones que hacemos hoy. Por eso, no podemos limitarnos o calmarnos en medio a los hechos que estamos viendo y oyendo, tenemos que trabajar doblemente para concientizar a las personas sobre la aceptación del Señor Jesucristo como Señor y Salvador.
La conversión sincera y completa en Su Palabra, con la práctica concreta, comienza cuando la persona se pone a sí misma de lado, deja su orgullo y “preconceptos” en último lugar, decide participar de las reuniones de fe y milagros, Lo coloca a Dios en primer lugar, aprende a hacer uso de la fe inteligente y toma posesión de la vida eterna que fue prometida a los hijos, a los que creen y obedecen.
Colaboró: Obispo Wagner Simões