Por culpa de las adicciones, Alberto Mejía pasó por un sinfín de situaciones que casi terminan con su vida, como él mismo cuenta. “Mi historia con los vicios empezó de chico. Mi papá era alcohólico y prefería estar tomando con sus amigos que cuidándonos a mi mamá y a mí, por eso nos fuimos a vivir con unos tíos y primos. Si bien ellos me daban contención, yo quería estar en mi casa con mi familia unida, pero no fue posible.
Cuando yo tenía 8 años, uno de mis primos me hizo probar el cigarrillo. Al tiempo pasé a andar mucho por la calle y junto a un compañero de escuela empezamos a tomar vino. En una fiesta probé la marihuana y pasé a depender de eso para despejarme de la soledad y la tristeza que sentía, tenía que tener un poco todos los días.
Crecí siendo un adolescente solitario, discutía con mi mamá, nunca había paz, incluso no me duraba ninguna relación sentimental, nadie soportaba estar conmigo. Cuando probé la cocaína y las pastillas caí en un pozo mucho más profundo, y me fui de mi casa.
Con los chicos con los que me juntaba en aquella época empezamos a delinquir, maltratábamos a la gente, salíamos de madrugada a barrios muy peligrosos y pasábamos las noches escapando de narcos y de la Policía, En una pelea me quisieron cortar el cuello, pero gracias a Dios tuve reflejos y solamente me cortaron la cara, me dieron 10 puntos de sutura. Vivía siempre al límite, estuve detenido y tenía causas en cuatro juzgados.
Cuando estaba solo y se me pasaba el efecto de la droga, quería cambiar. Intentaba, me alejaba de mis amigos porque pensaba que era la solución, dejaba de consumir, pero al tiempo caía mucho peor. No comía, no dormía bien, no me bañaba, vivía tirado en la calle y por eso perdí la confianza de mi familia, el amor que tenían por mí.
Lo peor que tuve que hacer para conseguir plata para drogarme fue prostituirme. Me iba con cualquiera, no pensaba en las consecuencias ni adónde iban a llevarme, solo me sentía bien al ver el dinero y, a pesar de tener hambre y frío, gastaba la plata en drogas.
Quisieron ayudarme en la escuela porque veían el estado en el que estaba, me mandaron a hacer un tratamiento, pero no hubo caso. Después mi mamá me mandó a un centro ambulatorio, una asistente social terminó aconsejándome la internación porque mi situación era muy complicada. Me tenía que presentar todos los meses en los juzgados, ya estaba cansado de esa vida.
Conocí el Tratamiento para la Cura de los Vicios y esa fue la verdadera solución. El tratamiento me ayudó, me fortaleció, acá me tuvieron paciencia, me acompañaron en el proceso, y aprendí que podía salir de la droga. Hoy no sufro la abstinencia, solamente siento asco, estoy libre del vicio y de todos los problemas que me causó. La relación con mi familia cambió, no tengo cuentas pendientes con la justicia y soy muy feliz, y no necesito ninguna sustancia”.
Participe usted también de la reunión de la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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