Hay una promesa Divina, en Éxodo 9:4, que dice: “Y el Señor hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.” Esta distinción garantizada se demuestra en los capítulos de la novela “Moisés y los diez mandamientos”, especialmente ahora que las plagas están siendo lanzadas al pueblo egipcio, como prueba de la mano poderosa del Dios de Israel.
En la superproducción, que está basada en la Biblia, todos aquellos que tienen sangre hebrea – el pueblo escogido por Dios- no son afectados por ninguna plaga, incluso los que viven dentro del palacio, al lado de los egipcios.
Los que vieron los capítulos de la primera plaga -el agua que se convirtió en sangre- notaron que los hebreos intentaron ayudar a los egipcios, pero, cuando el agua pura se servía a alguno de ellos, en el mismo instante, cambiaba de color. No fue diferente con la segunda plaga, la de las ranas, que no pudieron llegar a la villa de los hebreos. Era como si ellas tuvieran una “orden expresa” para no avanzar más allá de determinado punto de la ciudad.
¿Cómo ver esta distinción?
Hoy en día las plagas todavía existen en nuestra vida cotidiana, ya sea en forma de intereses, deudas, desempleo, etc. Y si no es en el área económica, hay otros males que rondan los hogares, destruyendo las familias con vicios, traición y separación.
Pero, ver esta distinción significa no ser alcanzado por nada de eso. Por más que sea algo “común” en la vida de los demás, lo mismo no puede suceder con usted que cree y ha sido fiel a Dios, como un hebreo. Hay muchas personas que se dicen cristianas, pero en el fondo, son como los egipcios, que tienen la fe dividida. Aunque no creen en otros dioses, no tienen una fe definida. Por momentos creen, y después dudan. Se entregan y después desisten.
Dios no cambió y quiere hacer obras incluso mayores de las que Él operaba en el pasado. Todo depende de usted.
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