Luego de las moscas, Egipto sufrió dos nuevos ataques debido a la obstinación del Faraón. El primero, provocó la muerte de los animales, un golpe durísimo para las creencias y el sistema económico del imperio.
“Entonces el Señor dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: el Señor, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún, he aquí la mano del Señor estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima.
Y el Señor hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. Y el Señor fijó plazo, diciendo: Mañana hará Dios esta cosa en la tierra.
Al día siguiente el Señor hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno. Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.”, (Éxodo 9:1-7).
Cada dios egipcio estaba representado por un animal, como por ejemplo gatos, vacas y toros. Los gatos eran sagrados y representaban a la diosa Bastet, quien personificaba la armonía y la felicidad. Las vacas eran la representación de Hathor, la diosa del amor, mientras que el dios de la fertilidad, Apis, era representado por un toro. La muerte de los animales representaba la muerte de los dioses.
La plaga de las úlceras
“Y el Señor dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón; y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto.
Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.
Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.
Pero el Señor endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Dios lo había dicho a Moisés.”, (Éxodo 9:8-12).
La sexta plaga trajo manchas en la piel a todo el pueblo, representando también la suciedad. Esta plaga fue un ataque directo a la diosa Sejmet, considerada sanadora, porque no pudo impedir que la peste afectara al pueblo egipcio.
Fuente: Folha Universal
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