“David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido del Señor, y será inocente?” 1 Samuel 26.7-9
Este pasaje de la Biblia retrata el momento en el que David fue perseguido por Saúl, que estaba furioso por haber sido rechazado por Dios y saber que el joven guerrero lo sustituiría. Mientras que el rey y su ejército dormían, David tenía la oportunidad perfecta para matarlo y asumir la posición que Dios había prometido. Pero, aún así, tuvo temor (profundo respeto) y no se atrevió a hacerle daño.
Hoy en día es muy común hacer comentarios acerca de las personas, especialmente en las redes sociales. Y si chismear o hablar mal de alguien ya es negativo, la situación empeora cuando esa persona es un hombre o una mujer de Dios- un ungido del Señor. Y entienda que para serlo no es necesario tener un título, sino recibir Su Espíritu para bendecir y salvar almas.
Cuando usted habla mal de alguien en esta situación, lo hace contra Dios, ya que Él lo eligió. Además, sobre el siervo pesa una gran responsabilidad: rendir cuentas del cuidado del pueblo de Dios. Aunque se equivoque o haga algo indebido, no tenemos derecho de juzgarlo ni ofenderlo por eso, sino orar, pidiéndole a Dios que lo ayude a cambiar.
La escritora Núbia Siqueira ya abordó este tema en la página de Cristiane Cardoso y explicó: “Veo personas que se dicen “evangélicas” sin temor y maleducadas en sus presentaciones, principalmente contra hombres de Dios. Cuando usted vea que su pastor (por ejemplo) es ineficiente en algo – después de todo, todos lo somos-, ¿qué tal si ora por él? Porque, con seguridad, él ora más por usted (por el pueblo) que por él mismo. Antes de hablar mal o burlarse del pastor (o cualquier hombre o mujer de Dios), ¿qué tal si piensa en eso?”
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