Usted va a visitar a alguien. Llega a la casa de esa persona e ingresa sin saludarla correctamente. Se sienta en el mejor asiento, prende el televisor y pone los pies sobre la mesa del centro que está lustrada y limpia. El anfitrión lo mira esperando que comience una conversación, pero usted no lo hace. Entonces, él, toma la iniciativa. Pero usted interrumpe al dueño de la casa para hablar solo sobre asuntos de su interés. Y así el tiempo pasa.
Al salir, usted se levanta y sale caminando sin siquiera al menos despedirse correctamente. Aun así, él le da un regalo. Vamos a suponer que sea una cantidad razonable de dinero, algo que sea suficiente para que usted compre algo que desea mucho. En el camino para casa, usted entra a un bar cualquiera y gasta todo en bebidas para usted y sus “amigos”.
Tal vez esos hábitos no tengan nada que ver con usted. “Pero yo no trato a un anfitrión así ni tampoco bebo alcohol”, debe estar pensando ahora.
Pero, si usted dispersa su mente durante una reunión en la iglesia, conversa con el vecino del asiento de al lado, investiga las redes sociales para ver lo que hay de interesante, no le presta ni la más mínima atención a la Biblia que usted trajo de casa ni tampoco a lo que el pastor dice, preste atención: sí, eso sí tiene que ver con usted.
Resulta que usted está en la casa de Dios y, como en el ejemplo citado en el primer párrafo, no le presta la debida atención, o el debido respeto al Dueño de la casa. Entró en ella solo para satisfacer sus propios intereses, sin siquiera prestarle atención a lo que Él quiere decirle a través de Su Palabra.
Celo y cuidado
¿Cuántas veces le fueron concedidas bendiciones – la salud, un buen matrimonio, un trabajo satisfactorio e incluso dinero – y cuántas veces usted no se empeñó para cuidar aquello utilizando la bendición con horna y decencia?
Pues es sobre eso que queremos hablar aquí. De reverencia. No solo aquella que se refiere a las buenas costumbres, a un simple saludo, sino a la que se traduce en respeto y en amor por Dios y por las cosas que tienen que ver con Él.
Por supuesto que su comportamiento es importante. Debemos entrar a la iglesia para enfocar nuestra atención exclusivamente en Dios y en la dirección que Él quiere darnos. Pero ser reverente va más allá de eso.
Vida cotidiana
En su empresa, sea usted el dueño o un empleado, ¿le presta atención a las reglas de buena convivencia y al reglamento elaborado justamente para que todo funcione bien? ¿Cuida correctamente del equipamiento que pusieron bajo su responsabilidad? Al utilizar el baño público, ¿no desperdicia papel higiénico y jabón? ¿Aprieta el botón?¿Evita mojar el piso indebidamente y deja todo listo para el próximo usuario? ¿O usted es el tipo de persona que no hace nada de esto y encima desparrama su suciedad por las manijas, pasamanos, equipos y por donde pasa? Su trabajo es un regalo de Dios y debe ser honrado como tal en los mínimos detalles.
¿En su casa hay el debido respeto? ¿Usted trata a su esposa (o a su marido) con decencia, a sus hijos con dignidad, a sus padres y abuelos con reverencia? ¿O desperdicia la compañía de esas personas tan preciosas, mientras muchas personas darían todo para tener una familia?
¿Y con usted mismo? Si es cristiano, recuerde que usted eligió recibir el Espíritu Santo en su vida. De esta forma, su cuerpo es un templo para Él, ¿usted cuida su salud para mantener ese templo o come y bebe cualquier cosa, es sedentario, contamina su mente con pornografía y con entretenimiento sin sentido? Faltarse el respeto a sí mismo es una forma de faltarle el respeto a Dios.
El ejemplo del Templo
Observe el Templo de Salomón. Él es un buen ejemplo de lo que la Universal quiere enseñarle a usted sobre el respeto a Dios. Allí usted debe vestirse con decencia y esmero. Debe dejar su celular en un lugar seguro, para que el aparato no estorbe su enfoque. Debe hacer silencio. Tiene que preservar ese espacio, sus instalaciones y equipamientos. Es en la casa de Dios donde usted está y la atención debe ser para el Anfitrión, no para usted mismo.
En el Templo de Salomón, es posible rescatar esa reverencia a Dios que se estaba perdiendo en el medio cristiano, pero que estaba bien presente entre el antiguo pueblo hebreo, como vemos en el Antiguo Testamento.
Con ese respeto, ese silencio, ese comportamiento, el mensaje es bien claro. Es como si usted dijera: “estoy aquí para el Señor, listo para saber Su orientación para mi vida”. Y no para pensar en otros asuntos. Hay una ciudad entera allá afuera para eso. Pero su reverencia en el Templo también rendirá frutos fuera de él.
¿Ya se ha puesto a pensar que aquellos que son más reverentes a Dios, en Sus asuntos y bendiciones (pero de corazón, no solo de apariencia) son justamente los que más conquistan cosas buenas en la vida? Esto es porque la reverencia es una actitud que encaja perfectamente con otra: la obediencia.
Es obvio que es necesario ser respetuoso con respecto a la casa de Dios, que es un símbolo de Su presencia entre los hombres. Pero, ¿por qué esa actitud no debe limitarse a la casa de Dios? La respuesta es más simple de lo que parece: Dios es omnisciente.
Él está en todos lados. Esto significa que Él está donde usted estuviere. Incluso aunque alguien opte por apartarse de Él con sus acciones, Él no se apartará. Entonces, la reverencia a Él debe acompañarlo a usted en cualquier lugar.
Por lo tanto, la reverencia no es solo una cuestión de protocolo, de etiqueta, de conducta de una institución. Es una forma concreta, tangible de hecho, de demostrar con una acción, con una actitud, todo ese amor a Dios que usted dice que tiene cuando canta una alabanza, cuando ora y cuando transmite el conocimiento a otras personas de lo que es una vida con Él.
Si alguien no respeta, no sirve de nada decir que ama. Una cosa no funciona sin la otra. Ser reverente a Dios es honrarlo con lo que usted tiene, con lo que usted es, con lo que usted hace. Siempre. A fin de cuentas, hace mucho tiempo nos fue enseñado el primer paso: “El temor del Señor es el principio de la sabiduría.” (Proverbios 9.10)
Comparta este artículo en las redes sociales.
[related_posts limit=”17″]