“Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de Mí y sé perfecto.” (Génesis 17:1)
Usted ciertamente ya oyó decir que “nadie es perfecto”. Sin embargo, aquel que se esfuerza para andar delante de Dios, aunque sea pecador e imperfecto como cualquier ser humano, se vuelve perfecto a Sus ojos. No es fácil, pero es posible. Si yo decido andar en la Palabra de Dios, voy a esforzarme para eso día a día. Sin embargo, si me coloco en la mente que es imposible vivir dentro de la Palabra de Dios porque “nadie es perfecto”, ¿para qué voy a esforzarme cuando sea tentado?
Solos no lo logramos. Para eso existe el Espíritu Santo. Y esta es la misericordia de Dios: darnos la oportunidad de, teniendo al propio Dios dentro nuestro, resistir a toda embestida del diablo. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:13)
Sacrificar nuestra vida es la única manera de vivir dentro de la Palabra de Dios. No significa que no vamos a equivocarnos, sino que nunca más viviremos en el error. Andar en la presencia de Dios es andar en el Camino Perfecto. Al sacrificar nuestra voluntad por la Suya, seremos perfectos a Sus ojos. Después de todo, “Este mandamiento que Yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas” (Deuteronomio 30:11-14).
Haga clic aquí y vea el mensaje anterior.
La Palabra de Dios es simple. Los complicados somos nosotros, cuando nos resistimos al sacrificio.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo