La vida del cristiano es una batalla constante, tanto en el campo físico como también, y principalmente, en el espiritual. Mantenerse fuerte espiritualmente, con la fe avivada, es la única manera de permanecer victorioso en esta batalla. Ese es el gran desafío.
Por eso, en la Biblia, el apóstol Pablo advierte: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” 1 Corintios 10:12
Y él también enseña el secreto para mantenerse en pie: ” Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Gálatas 5:16
Andar en Espíritu es estar siempre atento a la voz de Dios, priorizar la comunión con Él y alimentar el espíritu por medio de la lectura de la Palabra de Dios y de la oración. Esas prácticas son imprescindibles para que desarrollemos la intimidad con Dios y, consecuentemente, tengamos sensibilidad para oír y obedecer Su voz. De lo contario, seremos débiles espiritualmente y presas fáciles para la acción del mal.
- Ingrese aquí y aprenda a vencer la lucha de la carne contra el Espíritu
Conozca algunos de los síntomas que una persona presenta cuando está débil espiritualmente:
1- Orgullo
Así como la humildad es la principal característica del nacido de Dios, el orgullo es la principal característica de los nacidos de la carne. Entonces, lo primero que sucede cuando una persona está débil espiritualmente es que ella pierda esa humildad. El orgullo comienza a hablar más alto, a sobresalir, y ella no logra ver que necesita ayuda. En vez de eso, tiene aquella falsa impresión de bienestar; no reconoce ni siquiera sus propias fallas. En contrapartida, sus ojos están afilados en los errores de los otros.
2 – Egoísmo
Ella pierde la sensibilidad para notar la necesidad del otro, comienza a preocuparse tan solo con las propias necesidades. Incluso delante de alguien que está sufriendo, no se sensibiliza. Si antes ella tenía sed para evangelizar, ahora, lo evita.
3 – Fe indefinida
La persona débil espiritualmente es fácilmente identificada por su inconstancia en la fe. Si antes ella tenía una fe definida, ahora un pequeño obstáculo ya es suficiente para hacerla dudar y hasta desistir. Se convirtió en una persona fácilmente influenciable.
4 – No ayuna y no ora más como antes
Su oración es fría, mecánica – eso cuando ora. Ayunar se convierte en algo muy difícil para ella. Comienza a ayunar cada vez menos, y cuando ayuna termina rompiendo el ayuno, porque no logra estar más en Espíritu. Cuando participa en una reunión, en el momento de buscar a Dios, no logra concentrarse y abre los ojos con frecuencia.
5 – Infidelidad en los diezmos y votos
Aún siendo diezmista ya no tienen el mismo temor y la preocupación de separarle las primicias a Dios. Se olvida con frecuencia y, cuando lo recuerda, ya utilizó parte del valor. ¿Votos? Los hace, pero generalmente no los cumple.
6 – Miedo/ Duda
Ya dijimos que la persona débil espiritualmente tiene una fe indefinida, inconstante; en un momento cree, en otro momento no cree. Siendo así, es fácilmente bombardeada por la duda y por el miedo, los pensamientos negativos toman fuerza, y ella se vuelve más vulnerable a la acción de mal. Una víctima en potencia de las investidas del diablo.
7 – Desánimo para leer la Biblia
Ya no tiene interés en la lectura de la Biblia. Todas las veces que abre la Biblia para leerla, el desánimo se apodera de ella, se siente somnolienta y luego rápidamente abandona la lectura, que es cada vez más escasa.
8 – Malos Ojos
Ella no tiene más visión espiritual, se volvió maliciosa. Pasa a juzgar todo y a todos. No acepta la reprensión, en vez de eso, cuando se le llama la atención, se hace la víctima, siente que es una injusticia y se llena de ira. Ya no logra ver el cuidado de Dios en una reprensión.
Haga ahora un autoanálisis e, identifique por lo menos una de esas señales en su vida, es momento de parar, buscar el perdón de Dios y el avivamiento espiritual:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Romanos 8:26
Participe, los domingos, de la reunión del Encuentro con Dios, en la Universal, y restablezca su fe y su comunión con Él, para que el propio Espíritu Santo pueda perfeccionarlo continuamente. Vea aquí las direcciones.
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