Lorena: “Los problemas económicos que había en mi casa hicieron que sufriera desde niña. Mi papá trabajaba muchas horas, casi ni lo veíamos, pero el dinero no alcanzaba. Nuestra casa tenía el piso de tierra, el techo era riesgoso porque se podía caer. Mi mamá decía que si caía piedra y el techo se empezaba a romper debíamos colocarnos debajo de la mesa o en el baño, que era lo único que teníamos de material. Al tiempo mi papá falleció y mi mamá se quedó sola con sus cuatro hijos. Sin sustento, pasamos a depender de una tía que nos traía alimentos y mercadería para la semana y a veces ni alcanzaba.
Mi hermano comenzó a salir a trabajar, mi mamá hacía cosas para vender y él salía a vender. Hubo un tiempo en que él iba al mercado central para buscar las verduras desechadas por los verduleros, era tan crítica la situación que vivíamos que él traía eso para alimentarnos. Yo dejé de estudiar porque la situación era caótica, o viajaba o comíamos, entonces abandoné mis estudios. Yo quería formarme, seguir una carrera, pero en esa situación no pude, fue una frustración.
Cuando me casé, mi marido trabajaba, pero todo lo que teníamos en nuestra casa era prestado, la cama, la mesa, las sillas, todo.
Conocí la Universal a través de mi mamá, al participar de las reuniones comencé a escuchar hablar de la Hoguera Santa, participaba, tomaba el sobre y daba una ofrenda, pero nunca me entregaba 100% en las manos de Dios.
Hubo una Hoguera Santa en que mi esposo sacrificó todo lo que teníamos, incluso los ingresos de los trabajos extras, yo estaba segura de que él había guardado un dinero, pero no, él había sacrificado todo, entonces nos quedamos en la dependencia de Dios. En ese momento dije que a partir de ese momento Dios tenía que hacer algo porque teníamos compromisos asumidos, en esa semana las puertas comenzaron a abrirse, cosas que eran imposibles comenzaron a darse, trabajos se empezaron a concretar.
En las siguientes Hogueras Santas decidimos sacrificar todo nuevamente, no había resistencia a lo que Dios nos había pedido porque encontramos el camino del éxito.
Hoy gracias a Dios mi marido tiene su fábrica, yo tengo mi local de ropa, tenemos un auto y una casa confortable. Además, compramos un terreno para edificar cabañas, nuestra familia está bendecida, tenemos realmente una vida completa”.
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