Internet es un campo oscuro. Nunca se puede tener la seguridad de que un perfil es verdadero o si la persona que usted conoció en una red social tiene buenas intenciones. Y una prueba hecha por dos rusos recientemente es un argumento más de que no se puede creer en todo lo que vemos en el territorio online.
El consultor de marketing Roman Zaripov, de 23 años, conoció a Boris Kudryashov y juntos crearon al millonario ficticio Boris Bork (foto). En Instagram, Boris Bork publicaba fotos en restaurantes carísimos, conduciendo autos de lujo e incluso su propio helicóptero. Así, él conquistó más de 20 mil seguidores y recibía, incluso, mensajes de empresas para anunciar productos y marcas de ropas en su perfil. Sin embargo, fuera de internet, el verdadero Boris es un jubilado que vive con una jubilación de 195 dólares mensuales.
Luego de 6 meses, el creador del falso millonario reveló en su Facebook la verdadera historia. “Me sorprendí cómo pude hacer que miles de adultos crean en una persona que no existe”, dice Zaripov.
Deseando la vida del otro
Muchos desearon la vida de lujo y ostentación del falso millonario; perdían tiempo mirando, compartiendo y comentando sus fotos. Hasta las empresas fueron persuadidas. Probablemente, al saber la verdad, tuvieron la sensación de que fueron engañados. Pero la verdad es que esta es la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo, que desean lo que los otros tienen o se exhiben en fotos para obtener elogios y la aprobación de quienes ellas ni siquiera conocen.
“Sus amigos virtuales lo entienden y les gusta lo que publica. Hacen que se sienta especial, principalmente cuando dejan comentarios cariñosos. Entonces usted publica más y no deja de chequear sus redes sociales. ¿Sabe cuál es su problema? Usted necesita la aceptación de las personas, y eso no es bueno, porque así como las personas lo aceptan hoy, mañana pueden no aceptarlo. ¿Y qué será de usted?” – comenta la escritora y conductora Cristiane Cardoso en su blog.
La escritora también destaca: “Cuando dependemos de que los otros nos acepten, terminamos siendo esclavas (os), y necesitamos siempre hacer algo más para ser aceptadas (os).”
Y también hay otro factor importantísimo para tener en cuenta: en esa gran inversión virtual, muchas personas terminan dejando de cuidarse a sí mismas, a su familia y su propia Salvación para cuidar y desear la vida de los otros. Esa vida que, como vimos, no siempre es real.
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