Linda Hoagland recibió una llamada de su marido, Richard, en la que él le informaba la necesidad de ir al hospital con urgencia. Lejos de él, Linda sugirió que Richard la esperara para que fueran juntos, pero la respuesta fue negativa.
“Él me llamó desde su trabajo diciéndome que estaba enfermo y que necesitaba ir a la guardia de emergencia del hospital. Yo le sugerí que me esperara y él me respondió: ‘No. No tengo tiempo para esperar.’”
Esa fue la última vez que los dos se hablaron. Linda lo buscó en los hospitales, morgues y en todos los lugares que podría imaginar, sin éxito. En 2003, 10 años después de su desaparición, Richard finalmente fue declarado muerto por la Justicia. Además de su esposa, él también dejó un hijo.
Muerto vivo
Hace pocas semanas, en Estados Unidos, un joven buscaba su árbol genealógico en un sitio web cuando descubrió que su tío, el pescador Terry Symansky, muerto en 1991, tenía una familia en Florida. Alarmado, el muchacho buscó más información al respecto y descubrió que, en realidad, un hombre utilizaba documentos de su tío. Era Richard Hoagland, el esposo de Linda, el cual todos creían que estaba muerto.
Richard, fingiendo ser Terry, tenía allí una esposa y un hijo. A la policía que investiga el caso, él se justificó: “Quería separarme de mi segunda esposa, Linda, pero no podría pasar por un divorcio nuevamente.”
Hoy Richard está preso, y tanto Linda, como la tercera esposa, Mary, se divorciaron de él.
Fuga de la verdad
Richard pasó 23 años huyendo de su realidad. Incapaz de enfrentar su fracaso, comenzó a vivir en la mentira.
El disertante Renato Cardoso explica que existen dos tipos de mentirosos: los que mienten por miedo de las consecuencias de sus acciones y los que mienten como hábito, porque viven en la mentira:
“Aquellos que mienten como modo de operar engañan deliberadamente, sin resentimiento o reserva, con el fin de alcanzar sus objetivos egoístas. Saben lo que están haciendo. Son buenos en eso. Convincentes. Y peligrosos.”
Cuando esas mentiras están en una relación, especialmente en una relación sentimental, es cierto que la relación está destinada a terminar. “No hay relación en la que hay mentira. Si usted piensa que sí la hay, se está mintiendo a sí mismo”, afirma Renato.
La persona que se involucra en una relación con un mentiroso tiene grandes probabilidades de lastimarse. Por eso, una vez que la mentira se descubre es necesario tomar actitudes que hagan que el equivocado sufra las consecuencias de sus acciones.
“El cambio siempre es posible, y soy el primero en creer en eso. Pero no son solo amor y paciencia lo que van a causar ese cambio. Perdonar al mentiroso y dejarlo que se sienta la víctima no lo ayudará. Su mejor oportunidad de cambiar es que sufra las consecuencias de sus mentiras. De esta manera, el dolor, la pérdida, la vergüenza, la humillación y otros castigos que la propia vida le impone a los mentirosos pueden llevarlos al verdadero arrepentimiento.”
Hoy, habiendo dejado a varias víctimas en el camino, Richard está sufriendo las consecuencias de su comportamiento. Es posible que él aprenda la lección, pero, para eso, tendrá que reconocer sus errores y esforzarse para cambiar su comportamiento.
Ingrese aquí y lea la enseñanza completa del escritor Renato Cardoso sobre el tema.
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