“Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice el SEÑOR; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice el SEÑOR, y trabajad; porque Yo estoy con vosotros, dice el SEÑOR de los Ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así Mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.”
(Hageo 2:4-5)
Dios les da tres órdenes a quienes tienen una alianza con Él:
1 – Esfuércense. — Como ya vimos, nuestra fuerza está directamente relacionada a nuestra fe. Y cuando digo “fe”, obviamente, no quiero decir religión. La fe es certeza. La convicción que nos fortalece. No interesa si usted está sintiéndose débil. No espere a sentirse fuerte; decida ser fuerte, apoyándose en esta fe.
2 – Trabajen. — Muchos esperan que Dios haga magia. Esperan enriquecerse sin tener que trabajar. Él dice “trabajad; porque Yo estoy con vosotros”, es decir, si trabaja, verá resultados infinitamente superiores a los que usted vería naturalmente. Pero es necesario trabajar. En realidad, estar con Dios le garantiza una sociedad con Él y la victoria, pero no lo exime del esfuerzo necesario para desarrollarlo. Dios quería el Templo reconstruido, pero necesitaba el trabajo de aquellos hombres para eso. Dios hace una sociedad con nosotros; nuestra parte es el trabajo, Su parte es darnos las condiciones y el resultado.
3 – No tengan miedo. — Según el pacto que Él hizo con nosotros, tenemos la garantía de que el Espíritu de Dios habita en medio de nosotros. Y si el propio Dios está con nosotros, ¿a qué podemos temerle? Él nos da la certeza de que hará según el pacto que hizo con nosotros. Por eso, es imprescindible tener una alianza con Él, para que pueda tener qué cumplir.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo