Sandra Espósito sufrió durante años debido a los trastornos espirituales que le impedían dormir. El miedo la paralizaba y no quería contar lo que le pasaba por temor a que no le creyeran, al no pedir ayuda, comenzó a estar depresiva. “Sufrí varios intentos de abuso en mi propia casa porque había fiestas y tanto familiares como vecinos se aprovechaban de la situación. Mi mamá no me creía, entonces me sentía muy triste. Intentaba salir adelante, pero era demasiado el peso que cargaba”, relata.
Cuando ella se casó, intentó ser feliz con su esposo, pero el trauma de los abusos le impedía estar bien con él. “Mi marido intentó ayudarme cuando le conté lo que me había pasado, pero yo no podía superarlo. Un día nos tiraron en la entrada del garaje un trabajo de brujería y el matrimonio no duró ni siete años. Económicamente no avanzábamos y de un día para el otro él me dijo que no quería que siguiéramos juntos”, cuenta.
De repente Sandra se encontró sola y con muchos problemas económicos, entonces tomaba y pensaba en el suicidio para terminar con todo. “Una vez entré a una habitación y mi hijo estaba por ahorcarse porque no podía ver a su papá, eso me destrozó y decidí luchar para cambiar esa situación”, destaca.
Ella fue a hablar con su esposo, decidieron volver a estar juntos y al tiempo llegaron a la Universal buscando cambiar de vida. Perseverando en las reuniones y en la Hoguera Santa lograron salir de la situación de miseria. Toda la familia sacrificó y hoy tienen su casa propia, 6 motos 0 km y un auto de alta gama. “Hoy tenemos otra visión”, finaliza sonriendo.
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