El resultado de una encuesta realizada por la ONG Visión Mundial y por el Instituto Igarapé, sobre la percepción infantojuvenil de la violencia urbana, sorprendió a los investigadores. El estudio reveló que, aunque los 1400 niños y adolescentes entrevistados – con edades entre 8 y 17 años – convivan con violencia diariamente, ya sea en casa, en la escuela o en el barrio donde viven, ellos no se sienten inseguros. Es decir, la violencia está tan presente en la vida cotidiana que para ellos es algo normal.
Los números del estudio señalan que el 40% de los entrevistados debido a un tiroteo suspendieron sus clases; el 63% son golpeados en sus casas: el 30% sufre violencia física o verbal en la escuela. Sin embargo, a pesar de esos índices de violencia, más del 99% de ellos no consideran que están inseguros.
El estudio se realizó en 12 ciudades de Brasil con bajo Índice de Desarrollo Humano (IDH).
El resultado preocupa porque, como si no fuera suficiente el hecho de que esos niños estén expuestos a la violencia – que para ellos es normal -, también se suma la predisposición a la violencia, una vez que esa haya sido la única forma en la que han aprendido a resolver conflictos durante toda la vida.
Formación de carácter
Ahí está la importancia del ejemplo que los niños y adolescentes observan dentro del hogar. Muchas veces, los padres se esmeran para darles una buena educación, incluso son rígidos para imponer límites y exigir un determinado tipo de conducta, pero, por otro lado, son incoherentes en sus actitudes. Es decir, sus acciones no son coherentes con lo que enseñan, y es justamente ahí que está el peligro, porque lo que realmente causa impacto en la formación del carácter de un hijo no son los “sermones” que él recibe de sus padres, sino el ejemplo, la enseñanza de vida.
Para el disertante Renato Cardoso, el gran error de muchos padres es querer imponerles a sus hijos su manera de ser.
En el libro bíblico de Efesios, capítulo 6, versículo 4, el apóstol Pablo recomienda: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
“A veces los padres, por querer tan bien a sus hijos, por querer que ellos hagan todo correctamente, terminan excediendo los límites y provocando la ira de ellos. Queriendo imponerles a los hijos cierto comportamiento, cambian la crianza por una dictadura. Y la dictadura no funciona, marcha por un tiempo, pero, eventualmente, lo que está siendo controlado, oprimido, se rebelará contra el dictador”, aclara Renato.
Por eso, la Palabra de Dios orienta a los padres a criar a sus hijos en la amonestación del Señor. Eso se refiere a proporcionar mucho más que la mejor educación, los mejores colegios, porque no serán, necesariamente, esas cosas las que asegurarán el éxito de los hijos.
“Más que eso, usted tiene que primar que ellos hereden la fe. Ese fue el legado que David le dejó a Salomón. Esa es la mejor garantía, el mejor escudo que usted puede dejarle a sus hijos. Porque es en el momento de la dificultad, cuando ni usted, ni la educación ni nada podrá defenderlos, que la fe puede. La fe que ellos aprendieron con usted es la que los ayudará en el momento de lucha. Entonces, usted tiene que vivir esa fe y transmitírsela a sus hijos”, advierte el disertante.
Cuando los hijos ven en los padres un modelo a seguir, un ejemplo de vida, aunque ellos no le obedezcan, siempre lo tendrán como una referencia. “Su ejemplo es el mejor profesor que usted puede proporcionarle a sus hijos”, afirma Renato.
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