“¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: No tiene manos?”
(Isaías 45:9)
En vez de simplemente obedecer a la Palabra de Dios y dejarse moldear por Él, muchos insisten en reclamar y pensar que saben más que Dios. Cuidado con aquellos que, incluso estando dentro de la iglesia, intentan perturbar su fe lanzando palabras de duda y de incredulidad, diciendo: “no es tan así…”. Cuidado también para no volverse uno de esos “vasos sin manija”. Delante de la Palabra del Altísimo, lo único inteligente para hacer es obedecer.
Quien vive por la fe obedece. Cuestiona, sí, las informaciones de este mundo; no traga cualquier cosa que los medios de comunicación o el sentido común ofrecen. No se acomoda a cualquier situación, cuestiona el discurso religioso que señala miseria y enfermedad como “karma” o “prueba”. Sin embargo, con respecto a la Palabra de Dios, su inteligencia lo hace constatar que no es posible saber más que su Creador. Busca saber la voluntad de Dios a través de Su Palabra y la ejecuta, por la fe que le fue revelada.
Si usted está viviendo una vida deformada por el sufrimiento, deformada por el orgullo, deformada por los años y años en los que vivió en el lodo, en la suciedad, en la pudrición de este mundo o en la pudrición de la hipocresía; o si quiere ser el vaso que Dios quiere que usted sea, tenga humildad para obedecer y ser moldeado por Aquel que quiere darle forma a su vida. Él sabe muy bien lo que está haciendo.
Sea humilde, busque conocer la voluntad de Dios y ejecútela, por la fe. Y confíe, pues Él sabe mucho más que usted.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo