Pregúntese a sí mismo si le gustaría que Dios descendiera del Cielo y realizase todos los cambios necesarios para que usted tenga una vida realizada. Seguramente su respuesta será que sí. Él como creador de todo, tiene poder para transformar las vidas de aquellos que creen en Su poder. Pero para que Él descienda, es necesario estar dispuesto a manifestar la fe que exige sacrificio.
Fue eso lo que Gustavo Bonilla hizo, al igual que Moisés cuando fue elegido por Dios para ser el libertador del pueblo que fue esclavizado por más de 400 años en Egipto. Gustavo estuvo más de 28 años atrapado en las drogas, sus adicciones lo llevaron a vivir en la calle, cuando estaba pidiendo comida se encontró con su madre pero le daba vergüenza que ella lo viera en ese estado. Ella lo llevó a su casa, pero aunque él intentaba dejar los vicios y formar una familia, no podía rehacer su vida. Al tiempo, en una consulta médica porque le estaban saliendo manchas en todo el cuerpo, se le caía el pelo, se le secaba la piel y tenía muchas tos, él se entera de que estaba enfermo de HIV.
“Mi vida ya no tenía sentido, la sociedad no me aceptaba, tomaba un cóctel de doce pastillas por día, los médicos decían que no había cura y que me iba a morir. Yo tengo un hijo que hacía 25 años que no veía porque cuando él tenía un año, abandoné a mi pareja y al bebé. Después de 25 años me buscaron porque él me quería conocer, a mi me daba vergüenza que él me viera así, pero él me vio y me invitó a la Universal. Me dijo que había un Dios que podía sanarme.
Acepté su invitación, justo estaba la Hoguera Santa del monte Sinaí, el pastor decía que si uno tenía fe, que subiera al Altar y tomara el sobre del sacrificio, yo tuve esa fe y le pedí a Dios que transformara mi vida, que me diera una nueva identidad. Cuando consulté a la doctora, ella me dijo que iba a morir, pero yo estaba determinado a ser sanado.
Así como Moisés subió al monte Sinaí dispuesto a ver la gloria Divina, Gustavo también estaba logrando a través del sacrificio una nueva identidad. La enfermedad desapareció y al mes tenía un auto nuevo, económicamente mi vida cambió, abrí mi taller, compré mi casa y formé la familia que siempre quise tener. Dios transformó toda mi vida”.
Dios quiere manifestar Su poder en la vida de las personas que expresan la fe en el Altar para hacer realidad sus sueños a través del sacrificio.
El obispo Macedo se refirió al sacrificio diciendo: “Muchos son llamados para llegar al Altar, pero pocos son los escogidos. La característica de un escogido es la fe, la convicción, la certeza. El Espíritu de la fe hace que los sueños y los proyectos broten de lo más profundo. Quien está embebido del Espíritu de la Fe no está preocupado por el sacrificio en el Altar porque está convencido de que del Altar vendrá lo mejor”.
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