Monica Varela siempre alimentó el deseo de ser madre. Después de intentar un año, quedó embarazada. La gestación transcurrió normalmente y el prenatal fue muy tranquilo.
La pequeña Mayra Sophia nació y la madre primeriza no notó ningún problema. Pero la beba tenía un color gris y no se comportaba como una beba saludable. Los médicos notaron que algo estaba mal y sometieron a la beba a varios exámenes. Se encontró que la niña tenía un problema denominado Truncus arteriosus, una enfermedad que solo ataca a los bebes y que provoca malformación en el corazón y en el pulmón.
La beba fue llevada a terapia intensiva y pasó a depender de aparatos para sobrevivir. Los médicos verificaron que el caso era grave y creyeron que Mayra viviría solo una semana más. La madre no aceptó aquella noticia. Monica ya frecuentaba la Universal y sabía del poder de Dios y de la fuerza de la fe.
“No acepté perder a mi hija por aquella situación. Apenas me dieron el alta del hospital, comencé a hacer la cadena de la cura por ella. En ningún momento cuestioné a Dios ni estuve llorando por los rincones. Simplemente usé la fe y creí”, cuenta Monica.
Mientras que la madre mantenía la certeza de que Dios curaría a su hija, los médicos trataban de salvar la vida de la pequeña de todas las formas. Para que la niña resista hasta el día de la cirugía, los especialistas le dieron medicamentos fuertes.
La cirugía duró aproximadamente ocho horas, pero los médicos no tuvieron mucho éxito y la beba tuvo que quedarse con el tórax abierto durante tres días. En este período, una bacteria se instaló en su cuerpo. Mayra comenzó a tener complicaciones y su corazón, pulmón y riñones se detuvieron. Los médicos no tenían nada más que hacer. “No escuché lo que los médicos dijeron, creí que Dios haría un milagro en la vida de mi hija. No dejé que la duda entre”, dice. Después de tres días casi sin vida, Mayra comenzó a reaccionar.
De a poco, su salud fue mejorando y los médicos fueron reduciendo la cantidad de medicamentos. Mayra estaba ganando cada día más fuerza. Pronto, comenzó a respirar sin la ayuda de los aparatos.
“Los médicos se sorprendían cada día que veían la evolución de mi hija. Ellos no sabían explicar lo que estaba sucediendo”, recuerda Monica.
Mayra fue la única beba que sobrevivió de todos los que estaban en la misma sala del hospital que ella. La beba volvió a realizar los movimientos del cuerpo y después de 19 días le dieron el alta.
La madre recuerda que, al salir con ella del hospital, algunos especialistas que cuidaron a la pequeña se emocionaron. Ellos reconocieron que sucedió un milagro. “Yo dije que era el poder de la fe, el clamor sincero de una madre hacia Dios, que tiene poder. Hoy Mayra es una niña muy saludable, no le quedó ninguna secuela y lleva una vida normal”, celebra Monica.
El truncus arteriosus es una alteración en la estructura del corazón que se produce antes del nacimiento. La disfunción cardíaca es una mala formación relativamente rara, la anomalía representa aproximadamente el 2% de todas las enfermedades en el corazón. Alrededor del 50% de los bebes que tienen este problema mueren en el primer mes. Aproximadamente el 80% no llega al primer año de vida. Debido a la entrada de sangre poco oxigenada en la circulación que va al cuerpo, el niño queda con insuficiencia cardíaca.
Del 20% de los sobrevivientes, aproximadamente un tercio de los pacientes desarrolla una enfermedad vascular pulmonar obstructiva de grado tan importante que vuelve a los pacientes inoperantes a los 4 o 5 años de edad. Algunos síntomas son la falta de aire, mareos o desmayos y piel con coloración azulada.
Muchas personas hacen y reciben oraciones para tratar enfermedades incurables en las reuniones de cura y liberación de la Universal. Las cadenas se realizan todos los martes a las 8, 10, 16 y 20h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todo el país. Vea la dirección de la Universal más cercana aquí.
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