“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”
(Efesios 4:29)
El versículo de hoy es muy usado para advertirles a los cristianos que no hablen malas palabras. Sin embargo, una “palabra corrompida” es mucho más que una mala palabra o palabras de blasfemia. La palabra corrompida es toda palabra que no es buena para edificación. Las palabras de dudas, las palabras negativas, las palabras maliciosas, las palabras despreciativas.
Hable cosas buenas, palabras que edifican, palabras de fe, conforme a la necesidad – sus labios no necesitan moverse todo el tiempo. Mejor hablar palabras útiles que hablar una palabra corrompida. Pero es mejor no hablar nada que hablar una tontería.
¿Qué tal a partir de hoy limitar las palabras que salen de su boca (o de su teclado, en el caso de las cosas que escribe en Internet o en el celular) a solo lo que es positivo y capaz de edificar y transmitir gracia a los que lo oyen? Nada de transmitir desgracia. Olvídese de los reclamos, las murmuraciones, los chismes y las palabras negativas y de desánimo. Monitoree sus palabras y sus pensamientos. Mantenga su mente fija en la Palabra de Dios.
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.» (Filipenses 4:8)
Monitoree sus pensamientos y limite sus palabras a lo que sea útil.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo