Hilda Gerasimig tuvo una vida muy difícil, tras la separación de sus padres nunca más vio a su madre y eso la marcó. En la adolescencia tuvo una vida de excesos y descontrol. “Mi mundo era la noche. Llegué a prostituirme a cambio de drogas”, destaca.
Con el tiempo ella tuvo tres hijos, pero seguía viviendo en la miseria. “Nos alimentábamos de lo que nos daban, con mis hijos jutabamos cartón para poder comer, los trabajos que conseguía eran temporarios por lo que recurría a los comedores comunitarios. Llegué a la Universal y vi que había una salida”, cuenta.
Ella comenzó a perseverar, participó de la Hoguera Santa y su vida empezó a cambiar. Abandonó los vicios y económicamente comenzó a conquistar. Dios le dio la visión de comenzar con un emprendimiento y se convirtió en una exitosa empresaria de diseño de indumentaria para mascotas que distribuye sus productos en todo el país.
Su vida fue transformada porque supo entregarse a Dios por completo para nacer de nuevo y ser llena de Su Espíritu. Ella aprovecha cada edición del Ayuno de Daniel para renovarse y fortalecerse completamente.
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