El mundo está cada vez más acelerado, la rutina es una pesada piedra que estamos obligados a cargar si queremos vivir en este mundo. La familia nos exige que estemos presentes, y el cansancio y las necesidades propias pasan a segundo plano.
El tiempo parece no alcanzar, no hay espacio para reflexionar, solo para hacer lo que se debe. En las calles las personas pasan a los empujones, distraídas o perdidas en el infinito.
Los medios de comunicación nos saturan con información o nos informan muy poco. Nuestra mente no tiene un momento para despejarse, vivimos estimulados. Aunque no queramos consumir, lo hacemos todo el tiempo, cualquiera puede adueñarse de nuestra alma, de nuestro espíritu, si lo permitimos.
El año acaba de comenzar, pero el cansancio se sigue acumulando. El cuerpo lo resiente, porque en realidad, es nuestra parte espiritual la que está sufriendo en un mundo que no la considera importante. Con el tiempo nuestro ser espiritual grita cada vez más fuerte porque necesita descontaminarse de este mundo que tanto lo daña. Muchas personas llegan al borde de la desesperación, se enferman, se deprimen y no conciben que sea posible una vida mejor que esa. Se entregan a la tristeza, el dolor aumenta y parece imposible detenerlo.
El obispo Macedo en su blog propone el Ayuno de Daniel como una manera de liberar nuestro interior de un mundo intoxicado:
“Este ayuno es más sacrificado que el ayuno habitual que es en el que nos abstenemos de comida. En el Ayuno de Daniel, la propuesta es la abstinencia de toda y cualquier información secular. La idea es que, durante 21 días, la persona viva como si estuviera en un desierto distante de todo y de todos. Es decir, sus ojos y oídos estarían concentrados solo en los Pensamientos y Palabra de Dios. Tal sacrificio obligará a su mente a estar atenta solo a la voz del Espíritu del Altísimo.
Es decir, impondrá hambre al alma, y al espíritu, abundancia de pan celestial.
Recuerde las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: ‘…No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.’, (Mateo 4:4)
El Ayuno de Daniel es una oportunidad para aquellos cuyas vidas han sido tristes, vacías y sin razón de vivir. Una única Palabra que provenga del Altísimo puede transformar la vida de cualquiera, así como transformó el agua de un pozo en el mejor vino del mundo.
Pruebe estar un día sin ninguna información secular de TV, internet, periódicos o radio. Intente dejar de lado las conversaciones sin sentido, la música secular y cualquier diversión para el alma.
Al mismo tiempo, lea más la Biblia, oiga canciones cristianas, vea películas bíblicas, incluso la película Los Diez Mandamientos. Sumerja sus pensamientos en los de Dios y, tenga la certeza, ¡su vida nunca más será la misma!
Haga el Ayuno de Daniel por lo menos un día, si lo logra, extiéndalo otro día más. Va a notar una enorme diferencia en su interior. Va a lograr percibir la Voz del Espíritu Santo. Que el Espíritu del Dios Vivo esté con usted y, a través de usted, con su familia. ¡Que así sea!”.
[related_posts limit=”10″]