La característica de un escogido es la fe, la convicción, la certeza. Cuando Dios me escogió, había una convicción tan fuerte dentro de mí que todas las dificultades, todas las complicaciones, las injusticias, las persecuciones, los rechazos y todo lo que intentaba bloquear mi camino no hacía ninguna diferencia. Dentro de mí la llama del Espíritu de la fe ardía. Yo no sabía cómo haría Su obra, pero tenía certeza del futuro.
Esa es una de las características de los escogidos. Sabe por qué. Porque el operador de la fe, que es el Espíritu Santo, actúa en nuestro interior. Es Él quien nos escoge. A partir del momento en que Él nos llama nuestros sueños y proyectos personales comienzan a brotar.
A quien está lleno del Espíritu de fe no le importa los sacrificios que hará en el Altar, no le importa el precio a pagar por la realización de sus sueños. Porque está escrito: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?”, (1 Corintios 9:13).
Cuando nosotros hablamos sobre el Altar, sacrificios, fe, Espíritu de fe, aquellos que no creen nos tiran piedras, intentan levantar barreras, critican, censuran y hacen de tripas corazón para intentar impedir el camino de los que creen.
Pero eso también está profetizado: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”, (Marcos 16:16).
Jesús dijo “el que creyere y fuere bautizado”. No basta creer, tiene que ser bautizado. Si usted dice: “Yo fui bautizado, pero mi vida no cambió, yo sigo siendo la misma persona”. Entonces, su bautismo no fue válido, porque usted entró como pecador seco y salió como un pecador mojado.
El bautismo en las aguas se realiza después de un arrepentimiento sincero. El bautismo es un símbolo. Es la representación de nuestro sepultamiento. De la misma forma en que Jesús fue sepultado, Él también nos manda a que seamos seputados. ¿Sepultados en qué sentido? Cuando nosotros somos bautizados en las aguas, pero bautizados conscientemente.
Entonces, cuando se produce el bautismo, la persona, esa carne, esa vida es sepultada para el mundo, para que sirva, salga de las aguas para vivir en novedad de vida. Los que no entregan su vida, los que no sacrifican su vida para vivir la fe en el Señor Jesús, ya están condenados.
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