Fabio Giménez y Lorena Arias enfrentaron momentos difíciles debido a un trabajo de brujería. Sin embargo, una actitud de fe salvó su familia y transformó su historia.
“Todo comenzó con una comida trabajada que me habían dado a raíz de la envidia, comencé a adelgazar, peleábamos mucho, no teníamos intimidad, me tiraba a la cama con un dolor de cabeza muy intenso. Discutíamos y nos agredíamos mucho”, cuenta ella. Él agrega que se iba a trabajar y estaba poco tiempo en su casa para no pelear.
Ellos habían logrado comprar una casa, pero comenzaron a aparecer los problemas que terminarían desestabilizando ese hogar. “Estábamos progresando, habíamos comprado la casa y empezamos a hacer modificaciones, de repente caímos en un pozo. Como seguíamos pagando la casa, vivíamos con lo justo, solo pagábamos el colegio de los chicos. Recuerdo que iba cambiando de trabajo, me esforzaba para sacar a mi familia adelante pero comíamos gracias al ticket canasta. Yo me iba caminando al trabajo para poder pagar mi casa y el colegio de los chicos. Había cosas que nadie sabía, porque cuando yo necesitaba ayuda, nadie estaba cerca”, cuenta él.
Lorena tenía picazón en las manos, ronchas en la cara y en los pies, se brotaba con granos con pus. Consultó al médico y le dieron una crema, pero seguía igual. Estaba tan avanzado este cuadro que ella no podía dormir por la picazón que sentía y su esposo tampoco podía descansar al verla sufrir así. “No podíamos estar juntos, era como que algo nos separaba. Esto hizo que comenzara a distanciarme de mi familia, no quería llegar a mi casa. Entonces ella me celaba”.
Económicamente las cosas empezaron a ir mal, Fabio sacaba dinero prestado para pagar las deudas, pero no lograba cancelarlas. “A veces había discusiones porque los chicos querían algo y no se lo podíamos comprar. Yo estaba deprimida con esta situación, encima la erupción que tenía en la piel era dolorosa, me rascaba hasta que me lastimaba y no podía dormir. Fui a buscar ayuda en la casa de los espíritus, pero no me pudieron ayudar”, cuenta ella.
“Un amigo del trabajo me dijo que buscara una iglesia porque lo que afectaba a mi señora era algo espiritual”, destaca él y agrega que entonces vieron la programación televisiva de la Universal y comenzaron a participar de las reuniones. “Nos orientaron y de ahí en más nos pusimos firmes en las cadenas. Perseverando en las reuniones y en los propósitos mi esposa fue sanada, yo logré prosperar económicamente y cambié porque quería ser un hombre diferente. Empecé a disfrutar a mi familia porque el matrimonio fue transformado”, afirma Fabio.
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