“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” Oseas 4:6
Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Génesis 44
1Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de estos varones, cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.
2 Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José.
3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos.
4 Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate y sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata?
5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.
6 Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras.
7 Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos.
8 He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro?
9 Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor.
10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa.
11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribando cada uno su costal en tierra, abrió cada cual el costal suyo.
12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín.
13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.
14 Vino Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra.
15 Y les dijo José: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?
16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.
17 José respondió: Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.
18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay, señor mío, te ruego que permitas que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como Faraón.
19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano?
20 Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; y un hermano suyo murió, y él solo quedó de los hijos de su madre; y su padre lo ama.
21 Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.
22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si lo dejare, su padre morirá.
23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no veréis más mi rostro.
24 Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.
25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento.
26 Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano va con nosotros, iremos; porque no podremos ver el rostro del varón, si no está con nosotros nuestro hermano el menor.
27 Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer;
28 y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto.
29 Y si tomáis también a éste de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol.
30 Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él,
31 sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor al Seol.
32 Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: Si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre;
33 te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos.
34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.
Marcos 15
1 Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
2 Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
3 Y los principales sacerdotes le acusaban mucho.
4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.
5 Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.
6 Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta.
8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho.
9 Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
10 Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
11 Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.
12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
13 Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!
14 Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía.
17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas,
18 comenzaron luego a saludarle: !!Salve, Rey de los judíos!
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.
20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.
21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.
22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera.
23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
24 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
25 Era la hora tercera cuando le crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.
27 Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda.
28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.
29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: !!Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,
30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías.
36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.
38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
41 quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
42 Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,[a]
43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,
46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Job 11
1 Respondió Zofar naamatita, y dijo:
2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado?
3 ¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence?
4 Tú dices: Mi doctrina es pura, Y yo soy limpio delante de tus ojos.
5 Mas !!oh, quién diera que Dios hablara, Y abriera sus labios contigo,
6 Y te declarara los secretos de la sabiduría, Que son de doble valor que las riquezas Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
7 ¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?
8 Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?
9 Su dimensión es más extensa que la tierra, Y más ancha que el mar.
10 Si él pasa, y aprisiona, y llama a juicio, ¿Quién podrá contrarrestarle?
11 Porque él conoce a los hombres vanos; Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
12 El hombre vano se hará entendido, Cuando un pollino de asno montés nazca hombre.
13 Si tú dispusieres tu corazón, Y extendieres a él tus manos;
14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more en tu casa la injusticia,
15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte, y nada temerás;
16 Y olvidarás tu miseria, O te acordarás de ella como de aguas que pasaron.
17 La vida te será más clara que el mediodía; Aunque oscureciere, será como la mañana.
18 Tendrás confianza, porque hay esperanza; Mirarás alrededor, y dormirás seguro.
19 Te acostarás, y no habrá quien te espante; Y muchos suplicarán tu favor.
20 Pero los ojos de los malos se consumirán, Y no tendrán refugio; Y su esperanza será dar su último suspiro.
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