Estudios realizados por las universidades de Sídney (Australia) y Loughborough (Inglaterra) revelan un interesante resultado: practicar actividad física, incluso por poco tiempo en la semana, le otorga considerables beneficios a la salud. Esa información se contradice a lo que, hasta entonces, muchas personas creían: ser “atleta de fin de semana” hace mal.
De acuerdo con las investigaciones, quien se ejercita dos veces por semana reduce las chances de padecer enfermedades cardiovasculares en un 41%, además de reducir en un 18% la probabilidad de sufrir algún tipo de cáncer.
Quien practica actividades físicas tres o más veces por semana reduce en un 41% los peligros de enfermedades cardiovasculares, además de tener un 21% menos de probabilidades de sufrir cánceres que los sedentarios.
Las investigaciones estudiaron los hábitos de 64 mil ingleses y escoceses, llegando a la conclusión de que incluso aquellos que practicaron “insuficiente actividad física” le sacaron ventaja a los sedentarios: un 37% menos de probabilidades de presentar enfermedades cardiovasculares y un 14% menos de riesgo de sufrir cáncer.
¿Qué es su cuerpo?
¿Usted invitaría a un amigo a quien le tiene un gran respeto y afecto a pasar una temporada en su casa si ella se estuviera “cayendo a pedazos”, sucia, desordenada, con problemas de filtración y al punto de que el techo se derrumbe?
Si usted realmente ama a ese invitado, no. Lo vería a él mucho mejor instalado en otra casa o en un hotel.
Vale la pena destacar, entonces, lo que la Biblia afirma que nuestro “… cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios…” (1 Corintios 6:19). Es decir: cuando el cuerpo está mal cuidado, usted está invitando al Espíritu Santo a hospedarse en una casa que está “cayéndose a pedazos”.
Suponiendo que usted quiera establecer una relación de amor y confianza con Dios, se vuelve indispensable cuidar la casa a la cual Lo invita.
Mucho más allá que una cuestión física
El obispo Júlio Freitas explica que la actividad física desarrolla mucho más que el cuerpo. Para él, el ejercicio cardiovascular también puede traerle beneficios a la mente, que van más allá del buen humor y de aliviar el estrés. “Esas actividades tienen el poder de hacerlo más productivo e inteligente, porque mejoran la capacidad de raciocinio y la claridad de ideas. Una investigación realizada en Londres, hace más de una década, demostró que correr mejora la inteligencia, ya que el aumento de oxigenación promovido por esa actividad hace que el cerebro trabaje más y mejor”, destaca el obispo.
De esa manera, la salud física, mental y espiritual forman un trípode que sustenta al hombre. Es imposible cuidar a uno olvidándose del otro. Para mantener la salud al día es necesario que haya compromiso.
“Todo lo que es bueno, saludable y produce buenos frutos para la vida humana exige felicidad y disciplina. Pero, todo lo que es hecho con descuido, desconsideración y poca voluntad termina por producir lo que es malo y nocivo, tanto para su cuerpo (el sedentarismo y la mala alimentación provocan exceso de peso, obesidad, trayéndole enfermedades que le impiden disfrutar la vida en su totalidad, muchas veces acortándola) como para su espíritu (la infidelidad hacia Dios puede terminar en la muerte espiritual). Por eso, todo lo que haga, hágalo siempre con fidelidad y disciplina, porque solo así obtendrá los frutos que pretende en todas las áreas de su vida”, concluye el obispo.
Es importante recordar que practicar actividad física, independientemente de cual sea, requiere orientación profesional, para que no resulte en problemas físicos o de salud.
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