Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Éxodo 37
1 Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia; su longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio.
2 Y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro en derredor.
3 Además fundió para ella cuatro anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos.
4 Hizo también varas de madera de acacia, y las cubrió de oro.
5 Y metió las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca.
6 Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio.
7 Hizo también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del propiciatorio.
8 Un querubín a un extremo, y otro querubín al otro extremo; de una pieza con el propiciatorio hizo los querubines a sus dos extremos.
9 Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio.
10 Hizo también la mesa de madera de acacia; su longitud de dos codos, su anchura de un codo, y de codo y medio su altura;
11 y la cubrió de oro puro, y le hizo una cornisa de oro alrededor.
12 Le hizo también una moldura de un palmo menor de anchura alrededor, e hizo en derredor de la moldura una cornisa de oro.
13 Le hizo asimismo de fundición cuatro anillos de oro, y los puso a las cuatro esquinas que correspondían a las cuatro patas de ella.
14 Debajo de la moldura estaban los anillos, por los cuales se metían las varas para llevar la mesa.
15 E hizo las varas de madera de acacia para llevar la mesa, y las cubrió de oro.
16 También hizo los utensilios que habían de estar sobre la mesa, sus platos, sus cucharas, sus cubiertos y sus tazones con que se había de libar, de oro fino.
17 Hizo asimismo el candelero de oro puro, labrado a martillo; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo mismo.
18 De sus lados salían seis brazos; tres brazos de un lado del candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero.
19 En un brazo, tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor, y en otro brazo tres copas en figura de flor de almendro, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salían del candelero.
20 Y en la caña del candelero había cuatro copas en figura de flor de almendro, sus manzanas y sus flores,
21 y una manzana debajo de dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, conforme a los seis brazos que salían de él.
22 Sus manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo, de oro puro.
23 Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro.
24 De un talento de oro puro lo hizo, con todos sus utensilios.
25 Hizo también el altar del incienso, de madera de acacia; de un codo su longitud, y de otro codo su anchura; era cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos de la misma pieza.
26 Y lo cubrió de oro puro, su cubierta y sus paredes alrededor, y sus cuernos, y le hizo una cornisa de oro alrededor.
27 Le hizo también dos anillos de oro debajo de la cornisa en las dos esquinas a los dos lados, para meter por ellos las varas con que había de ser conducido.
28 E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de oro.
29 Hizo asimismo el aceite santo de la unción, y el incienso puro, aromático, según el arte del perfumador.
Juan 17
1 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;
2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;
8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,
10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Proverbios 14
1 La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba.
2 El que camina en su rectitud teme al Señor; mas el de caminos pervertidos lo menosprecia.
3 En la boca del necio está la vara de la soberbia; mas los labios de los sabios los guardarán.
4 Sin bueyes el granero está vacío; mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.
5 El testigo verdadero no mentirá; mas el testigo falso hablará mentiras.
6 Busca el escarnecedor la sabiduría y no la halla; mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil.
7 Vete de delante del hombre necio, porque en él no hallarás labios de ciencia.
8 La ciencia del prudente está en entender su camino; mas la indiscreción de los necios es engaño.
9 Los necios se mofan del pecado; mas entre los rectos hay buena voluntad.
10 El corazón conoce la amargura de su alma; y extraño no se entremeterá en su alegría.
11 La casa de los impíos será asolada; pero florecerá la tienda de los rectos.
12 Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.
13 Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja.
14 De sus caminos será hastiado el necio de corazón; pero el hombre de bien estará contento del suyo.
15 El simple todo lo cree; mas el avisado mira bien sus pasos.
16 El sabio teme y se aparta del mal; mas el insensato se muestra insolente y confiado.
17 El que fácilmente se enoja hará locuras; y el hombre perverso será aborrecido.
18 Los simples heredarán necedad; mas los prudentes se coronarán de sabiduría.
19 Los malos se inclinarán delante de los buenos, y los impíos a las puertas del justo.
20 El pobre es odioso aun a su amigo; pero muchos son los que aman al rico.
21 Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
22 ¿No yerran los que piensan el mal? Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien.
23 En toda labor hay fruto; mas las vanas palabras de los labios empobrecen.
24 Las riquezas de los sabios son su corona; pero la insensatez de los necios es infatuación.
25 El testigo verdadero libra las almas; mas el engañoso hablará mentiras.
26 En el temor del Señor está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos.
27 El temor del Señor es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte.
28 En la multitud del pueblo está la gloria del rey; y en la falta de pueblo la debilidad del príncipe.
29 El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.
30 El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos.
31 El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
32 Por su maldad será lanzado el impío; mas el justo en su muerte tiene esperanza.
33 En el corazón del prudente reposa la sabiduría; pero no es conocida en medio de los necios.
34 La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones.
35 La benevolencia del rey es para con el servidor entendido; mas su enojo contra el que lo averguenza.
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