En la era digital un nuevo comportamiento se ha convertido en una real prueba de amor. Las parejas revelan las contraseñas de su correo electrónico y redes sociales como una prueba de mutua confianza.
Un artículo publicado por The New York Times afirma que los más jóvenes suelen crear contraseñas nuevas si empiezan una nueva relación; o que, en relaciones estables, comparten con su pareja una misma contraseña con el fin de que cada uno pueda leer el correo del otro. De la misma forma, abren la puerta de sus redes sociales para que no haya secretos.
De no querer compartir el acceso a esta información, a pesar de que sea personal, ella o él pueden sentir una gran desconfianza. Potenciales dudas que surgen ante el secreto: “¿Qué es lo que oculta en esa casilla?” o “¿quién estará escribiendo en su muro como para que no quiera compartirlo conmigo?” pueden minar las bases de la relación.
Teniendo en cuenta que, solo en 2010, Facebook provocó 28 millones de divorcios, según informó CyberPsycology, este nuevo comportamiento supone un avance en el deseo de que la pareja perdure.
También es cierto que, si bien las claves compartidas generan un clima de confianza, está comprobado que al mismo tiempo son una señal de tensión y celos ya que el primer lugar donde uno de los dos recurrirá para confirmar o disipar sospechas de infidelidad es el buzón de correo o la red social ajenos.
Lo fundamental en una pareja es el diálogo. Si no hay comunicación fluida, sincera y cara a cara, nada de lo que se intente resultará y, por más claves que se compartan, la pareja estará destinada al fracaso.
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