Mire hacia una iglesia llena, a cualquiera. Muchas cabezas, muchos cuerpos, muchas mentes dirigidas hacia un único propósito, ¿no es así? Ni siempre.
Lamentablemente, muchos no entienden bien lo que hacen allí. Están presos a rituales, a ceremonias automáticas, a gestos que no entienden bien y creen que es así que tienen que ser. Hasta son asiduos, fieles en los diezmos y en las ofrendas y muchos son bien intencionados. Pero, ¿realmente estarán en consonancia con Dios y con Su voluntad? ¿Obedecen al Altísimo y someten sus vidas a él como deberían?
Quien se entrega a rituales y a reglas mecánicamente y piensa que eso garantiza la Salvación está totalmente equivocado. Esos son los llamados “creyentes”. Esa definición no siempre se utiliza de la forma correcta. La palabra se usa generalmente para designar a quién no es católico. También está mal, porque es una palabra que no expresa lo que el cristiano debe ser y, mucho menos cómo él debe actuar.
Si usted piensa bien, creyente, al pie de la letra, es quien cree. Pero creer es una cosa, seguir y obedecer es otra. Creyendo, usted da un paso importante, pero también está muy lejos de ser todo. En la propia Biblia está escrito que “Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:26). Es decir, un “creyente” puede hasta tener fe, pero, si no obra en esa fe, de nada le servirá. Teoría sin práctica, para un cristiano, es igual a cero en efectos.
En el orden equivocado
¿Pero cuando la persona tiene la fe y actúa y aun así no logra ver su vida plenamente bendecida? Puede ser una cuestión de hacer las cosas en el orden incorrecto, como aclara el obispo Júlio Freitas. “Lo que los creyentes alrededor del mundo más hacen es: orar, clamar, llorar, golpear el piso con el pie. En primer lugar, que quede bien claro, no hay nada de malo en eso, en nuestra expresión de creencia revelada a través de una de las formas mencionadas anteriormente. El problema es que la mayoría lo hace en el orden equivocado. Y eso queda probado por la frustración causada por el problema que solo se ha agravado”.
¿Y cuál sería el orden correcto de las actitudes? El obispo Júlio nos hace recordar la importante lección de la caída de las murallas de Jericó (Josué 6), una de las conquistas más conocidas de los hebreos por haber obedecido rigurosamente a Dios. Y la misma solo sucedió porque ellos siguieron la estrategia Divina de acuerdo con las etapas inteligentemente ordenadas.
“La orden de Dios fue que Su Pueblo, primeramente, hiciera lo siguiente:
1- Que el arca de la Alianza fuera delante de ellos, que significa tener la confianza y la atención depositadas en Dios y no en sus recursos humanos.
2- Que rodearan las murallas, lo que significa confrontar al problema, obstáculo, enemigo y no huir de ellos.
3- Que no hablaran absolutamente nada, que significa no murmurar, amenazar, maldecir, gritar ni justificarse.
4- Que se hiciera cada día como fue orientado, una vez por día, pero, que en el séptimo día, las murallas se rodearan siete veces, lo que significa que debían perseverar, mantener la constancia, el ánimo, que confiaran.
5- Después de cumplir lo ordenado, entonces, todos juntos, gritarían, lo que significa unanimidad de fe, espíritu y obediencia a Dios.”
Y, por lo que conocemos de la Biblia, Jericó fue conquistada. Con un ejemplo práctico, el obispo demostró cómo las bendiciones ocurren en la vida de quien primero cree, para después actuar de acuerdo con la creencia, en una buena demostración de fe activa e inteligente. Para quien aún no entendió, solamente quien actúa así es bendecido. Por eso otros solo se quedan mirando (son “creyentes”), mientras otros conquistan (son cristianos de hecho).
Qué no hacer
Saber lo que debe hacerse para una vida plena. Saber qué evitar es tan importante cómo. Incluso aunque usted crea en primer lugar y tome actitudes, ciertos “vicios” humanos impiden que la persona evolucione en la fe y que no sea un cristiano genuino. Eso sucede cuando el individuo hasta dice que le entregó su vida a Dios, pero no lo hizo de hecho y sus inclinaciones humanas son barreras que traban su desarrollo.
Creerse superior
No es porque usted tiene fe y cree en el Señor Jesús que puede creerse mejor que aquellos que aún no siguen este camino. Usted ya fue uno de ellos, un pecador, y ellos también tienen el derecho de optar por la Salvación. Parece increíble, pero, aunque la arrogancia y ser cristiano sean cosas que no combinan absolutamente en nada, muchas personas se creen “superiores”. Por lo tanto, su fe no es real.
Cristiano de fachada
“Calentar el asiento de la iglesia” cualquiera lo hace. Captar realmente lo que es enseñado allí y edificar su vida con ese aprendizaje es lo que transforma a la persona. Y tal conocimiento genera actitudes, que deben suceder día a día, fuera de la iglesia. Muchos son “santos” entre las paredes de un templo, pero afuera engañan, mienten, traicionan, se entregan a los vicios, pero piensan que están limpios solo porque dicen “amén” en el momento de la reunión.
“Fe pasiva”
Es lógico que orar por alguien o por nosotros mismos es importantísimo. Pero orar sin “poner manos a la obra” es completamente ineficaz. Haga su parte. Recuerde la “fe sin obras”. Pedirle algo a Dios y actuar de acuerdo a lo que pidió es una cosa, pero esperar que “caiga del cielo” es otra.
Teniendo este conocimiento, ahora usted tiene todo para no ser solamente uno más de “cuerpo presente” en la iglesia o fuera de ella. No hay más excusas para ser ese “creyente” que no entendió cómo habla y no es oído, porque, como recordó el obispo Júlio en otro versículo, “Ciertamente el clamor vano no escuchará Dios, el Todopoderoso no lo tomará en cuenta.” (Job 35:13) Versión – Biblia de las Américas.
Los domingos, en todas las Universal, obispos, pastores y obreros claman para que todos los presentes tengan un encuentro con Dios. Si usted ha llorado, sin que las personas lo sepan, si usted está cautivo debido a ese problema, no deje de participar este día especial. Vea aquí la dirección de la Universal más cercana a su domicilio.
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