Entrar al Jardín Bíblico del Templo de Salomón es como viajar en el tiempo. La riqueza de los detalles y las narraciones les brindan a los visitantes una experiencia única de cómo era la relación de Dios con Su pueblo en los tiempos bíblicos.
El 15 de mayo, los detenidos en un régimen semiabierto del Centro de Progressão Penitenciaria de Franco da Rocha (San Pablo), pudieron vivir esta experiencia a través de una invitación hecha por el Grupo de Evangelización Carcelaria.
Frente al Tabernáculo, sosteniendo en sus brazos una representación de una oveja, el sacerdote que acompañó al grupo explicó que, en el pasado, la persona dejaría allí un animal para presentarlo ante Dios, en los días de hoy, esa función la cumple el Hijo de Dios.
“Jesús es el Cordero perfecto que murió por cada uno de nosotros. Hoy, usted no tiene que matar a un animal, pero usted tiene que aceptar a Jesús como su Señor. Él llevó sus pecados sobre Sí. Él murió por usted. No importa su pasado, a partir del momento en el que se entrega a Jesús, sus pecados se transfieren a Él. Pero todavía hay un sacrificio, porque la persona que acepta a Jesús tiene que vivir una vida de renuncia. No es vivir una vida de cualquier manera, ella tiene que dejar el pecado. Es una vida de compromiso, como en el matrimonio”, explicó el sacerdote.
Además del Tabernáculo, los visitantes fueron al Jardín de los Olivos – donde hay árboles centenarios que retratan Tierra Santa – y el Memorial del Templo – en el que hay objetos bíblicos en exposición que retratan la historia del pueblo de Dios.
Una experiencia significativa
Para Félix Pereira da Silva, de 52 años, uno de los visitantes que estaba acompañado por su esposa, el momento fue muy especial. “No había tenido la oportunidad de conocer el Templo. Dios me dio esto y estoy admirado. Siento paz interior”, destacó.
Otro visitante, Fernando Picolo Cadima, de 35 años que estaba acompañado por su mamá, hermana e hija, dijo que, para él, el Templo es una extensión del trabajo de evangelización que se realiza en las cárceles. “Yo participo hace 4 meses de las reuniones que hacen en Franco da Rocha. Yo noté una diferencia espiritual en mí, siento un alivio. Al principio, solo iba los jueves, cuando me di cuenta, ya estaba yendo todos los días”.
La experiencia fue similar para Alen Oliveira, de 38 años, que dijo: “Tengo mucho respeto por el trabajo de la Universal. Los voluntarios tienen una gran preocupación no solo con las personas, sino también con las familias. Estar acá es algo maravilloso. Mi voluntad es quedarme y no salir más”.
El coordinador del Grupo de evangelización carcelario de Brasil, el obispo Eduardo Guillerme, realizó el paseo junto a ellos y destacó la importancia de ese momento: “Hoy fue un día muy importante para todos los detenidos. Ellos podrían haberse quedado con sus familiares (en su salida permitida por el día de la madre), en su casa, pero eligieron la buena parte. Ellos vinieron hasta el Templo de Salomón, hicieron el paseo en el Jardín Bíblico, y eso es algo que va a quedar marcado en sus vidas. Fue una experiencia única en la vida de cada uno”.
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