Cuando una pareja se entera que tendrá a su primer hijo la alegría es inmensa. Así fue con Elías Alarcón que supo que sería padre. Tenía un buen trabajo, un matrimonio feliz, estaba satisfecho. Pero de un momento a otro sucedió lo peor: “Perdimos a nuestro primer hijo. Eso hizo que la relación se enfriara”.
Cada uno lidió con el dolor como pudo: “Mi esposa se deprimió, se encerraba, no tenía ganas de vivir”.
Él no podía acompañarla, prefería alejarse: “Empecé distraerme de lo que pasaba en mi casa”.
Tuvieron otros niños, pero él estaba en su mundo: “Los chicos que vinieron después no disfrutaron a sus papás.
Estuvimos a punto de separarnos, vivíamos bajo el mismo techo, pero en diferentes ambientes. No era un buen padre, ni buen esposo”, recuerda él.
Así pasaron años, tiempo en el que él intentó solucionar los problemas: “Busqué ayuda en lugares equivocados. Gasté dinero, pero no me ayudaban. Durante 16 años confié en eso. Era mi religión, pero no me sirvió.
Luego, comenzaron los problemas económicos. Contraje deudas con bancos y financieras y se generaron conflictos en el trabajo. La deuda llegó a ser de 300 mil pesos, eso hace diez años”.
Ataques de miedo
Surgió algo que lo desestabilizó: “Cuando comencé con los ataques de pánico, no lo podía creer. Yo pensaba que era fuerte. Nunca había vivido algo así. Era una situación de ansiedad.
A veces iba manejando, tenía que parar y tirarme al piso para poder sentir que respiraba, como si no tuviera oxígeno. También me pasó en mi casa. Me despertaba desesperado. Iba al médico, me hacían estudios y no encontraban nada.
El peor momento fue cuando mi esposa me tuvo que llevar a la guardia por un ataque. Ahí resolvieron llevarme a hacer una consulta a psiquiatría. Estuve medicado por unos meses”.
¿A quién recurrir?
Su matrimonio estaba deteriorado, al igual que las otras áreas de su vida: “Me ofrecieron varias veces ir a la Universal. En el momento más difícil, llorando, recordé una invitación, y probé.
La Campaña de Israel fue una oportunidad, hice mi voto con Dios, sin miedo. Mi interior se fortaleció. No volví a tener ataques de pánico. Pedí perdón y encontré paz. Recibí el Espíritu Santo Quien me marcó el camino para salir adelante. En mi matrimonio hay amor. Hoy soy un padre presente. Las deudas no existen. Cumplimos el sueño de tener nuestra casa y tenemos nuestro auto. Nos damos el gusto de viajar. Aunque tengo mi trabajo en una empresa importante, estoy con un emprendimiento, ahora recuperé las ganas de vivir”.
Así como Dios transformó la vida de esta persona, también puede transformar la suya. Acérquese a una Universal y sepa cómo participar de la Hoguera Santa en la fe de Abraham.
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