“Después de estas cosas vino la palabra del SEÑOR a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; Yo Soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.” Génesis 15:1
El versículo anterior muestra que todo comenzó a través de una palabra. La palabra vino para cambiar la visión de Abraham. Dios nunca habla innecesariamente, e incluso en este caso, comienza diciendo: “¡No temas!”
¿Por qué ocurre esto? Porque, con certeza, Abraham estaba atemorizado y miraba a sus circunstancias.
En el mismo versículo, Dios Se revela como su escudo y su grandísimo galardón. Sin embargo, Abraham deja translucir que sus ojos estaban en la realización de un hijo. Es decir, mientras estaba pensativo por un hijo, Dios dijo: “Yo Soy tu escudo y tu galardón será sobremanera grande”.
Esto solo ilustra la realidad de muchos hoy: las personas viven constantemente asustadas y pidiendo al respecto de cosas y personas, mientras que Dios les dice: “¡No tengas miedo! ¡Soy tu escudo y Soy tu grandísima recompensa!”
“Luego vino a él Palabra del SEÑOR, diciendo: No te heredará este; sino un hijo tuyo será el que te heredará.” Génesis 15:4
En la secuencia, Dios dice en el versículo 4 que aquel que saldría de sus entrañas sería su heredero. Es decir, la vida de la persona es lo que sale de su interior. Esa es la razón por la cual el Espíritu Santo es necesario, pues Él opera dentro de usted para que salga lo que le traerá vida. Esto significa que la fuente está dentro de usted.
¿Y qué hizo Dios después?
“Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó al Señor, y le fue contado por justicia.” Génesis 15:5-6