A veces, usted se pregunta cómo puede estar en la iglesia y, aun así, algunas cosas no están nada bien en su vida. Participa de las reuniones, es fiel a los compromisos que asumió, e incluso separa tiempo para realizar el trabajo de evangelización, como obrero, por ejemplo. Sin embargo, el curso de su vida se detuvo en algún momento o peor aún, parece que sus pasos van hacia atrás y no hacia adelante.
Lo que sucede es que puede estar físicamente en la iglesia y más físicamente de lo que piensa. No nos estamos refiriendo solamente a la presencia personal. Esa persona es usted mismo, pero tiene más de usted mismo en su cuerpo que de Dios. Eso es lo que se llama “hombre carnal”. Él pudo, inclusive, haber optado por nacer de nuevo, pero no pasó de una opción sin pensar. Incluso está en la iglesia, pero no es más que un religioso. Su objetivo es su propia fuerza humana. Toma decisiones sin buscar una dirección de Dios. Su ego es el que está al frente. Habla de fe, está presente en las reuniones y cumple votos solo por obligación.
Tomemos el ejemplo de una persona que trabaja en una empresa, al igual que muchos de nosotros. Aparentemente, “vistió la camiseta” de esa organización. Sin embargo, no hace nada honesto: demora en el trabajo para que parezca que no le alcanza el tiempo para hacer lo que debe, y termina haciendo horas extras solamente para recibir un poco más de dinero a fin de mes. No porque necesitaba cumplirlas, sino por haber provocado una falsa falla para obtener un beneficio económico nada ético. En resumen: está robándole a la misma institución que tanto defiende. Es un ladrón que no se ve a sí mismo como ladrón.
Esa persona es un excelente ejemplo de cómo funcionan los que andan “en la carne”: finge para sí mismo que aceptó el Espíritu Santo de Dios en su ser, pero vive abriéndole las puertas al pecado. Incluso, puede querer a Jesús como Salvador, pero no como Señor. Hasta piensa que por eso puede pecar “sin preocuparse”, porque su trabajo en la iglesia le da ciertas “credenciales” para burlar las reglas. Vive de apariencias, es religiosa y se entrega al diablo cada día más y más.
¿Y quién anda en el Espíritu y vive en Él?
Esta persona es diferente. Renuncia a sus decisiones para pedirle la dirección correcta a Dios. El Espíritu Santo que realmente recibió, y no un juego de apariencias, es el que habla más fuerte en su vida. Es por eso que ella avanza en la salud, en la economía, en el amor, en el trabajo, en sus estudios, en fin, en la vida, mientras que otros gatean sin salir del mismo lugar.
El ser humano que actúa así es espiritual, por eso sus ojos – que no son solo los suyos, sino los del Espíritu en él – ven de lejos las trampas que los demonios arman para que, pecando, los deje entrar. De esta manera es que se produce el fuerte estrago, como advierte el obispo Júlio Freitas: “El espíritu del mal va a crear una situación, una trampa, para que pequemos y, en consecuencia, nos equivoquemos y, de esta manera, él pueda causar aquellos problemas como vicios, enfermedades, nerviosismo, prostitución, violencia, idolatría, adulterio, separación, depresión… “. Esta persona cae precisamente en la falla de apoyarse en lo que no debía: “Incluso teniendo la Biblia, creyendo en Dios, ¿cuántas personas no han perdido la batalla contra los espíritus (malignos)? ¿Y por qué sucede esto? Porque en el Espíritu somos fuertes, pero en la carne, débiles”, explica.
Trampas del mal
Pero, cuando estamos en el Espíritu, ignoramos sentimientos meramente humanos, no dejamos que la emoción nos controle ni caemos en otros peligros que el obispo Júlio enumera: “no hacemos lo que es perjudicial como tener malos ojos, guardar rencor, tener malicia, miedo, ansiedad, egoísmo, acomodación, resentimientos, dudas, inseguridad, indefinición, nerviosismo, timidez”. Y esos son algunos de muchos.
El obispo recuerda un ejemplo muy claro en la Biblia, de cómo alguien espiritual está libre de pecado por estar protegido por la fuerza del Espíritu de Dios, que es muy diferente a nuestra limitada resistencia humana. El profeta Daniel tenía todas las excusas para caer en muchas tentaciones, pero se mantuvo fiel a Dios.
Él fue literalmente arrojado a los leones para servir de ejemplo para los que iban en contra de sus captores. Sin embargo, las fieras sólo lo miraron, cuando en otras circunstancias sería casi una comida instantánea para ellas, con mucho dolor y sufrimiento. No lo devoraron “porque él andaba en Espíritu”, dice el obispo. “Sin embargo, Daniel era un ser humano como usted y como yo según la Biblia, y estaba sujeto a cometer los mismos pecados. Pero, cuando tenemos el Espíritu de Dios, los leones no pueden devorarnos. Podemos ser lanzados a la cueva, pero, allí, el Espíritu Santo estará con nosotros y nos librará”, afirma.
¿Y los carnales que fueron arrojados en la misma cueva llena de depredadores? “Cuando una persona no tiene el Espíritu Santo, a ejemplo de los enemigos de Daniel, antes de que sus cuerpos toquen el fondo de la cueva, los leones despedazan todos sus huesos. ¿Qué significa eso? Esto significa que los demonios hasta llegan a tomar en el aire a las personas que están en la carne. Incluso antes que lleguen al fondo del pozo, ya están totalmente destruidas” dice el obispo.
Hora extra con el diablo
Es momento de que piense si usted realmente ha recibido el Espíritu Santo o si solo participa de reuniones y habla de Dios para sentirse o dar la impresión de ser un cristiano, en vez de ser de hecho. Es hora de descubrir en la certeza que solo el Espíritu Santo puede darle, si Él realmente está en usted. Es de extrema importancia para el destino eterno de su alma que usted sea espiritual y viva bajo la dirección de Dios. Quien no la tiene, actúa como la persona de la que hablamos al principio de artículo, que demora en el trabajo para recibir un poco más de dinero. Esta persona termina haciendo horas extras, pero en el infierno, que es el lugar para aquellos que optaron por ceder a la carne.
Es por eso que muchos ven a otros en el Altar dando testimonios maravillosos, mientras que ellos mismos son meros espectadores. Todavía no se dan cuenta de que todo es una cuestión de elección y el éxito es una consecuencia de eso. Y el obispo Júlio finaliza con una descripción clara de quien eligió lo correcto: “Cuando tenemos el Espíritu Santo, cuando Él está en nosotros, pensamos, hablamos, actuamos y reaccionamos como Dios piensa, habla, actúa y reaccionaría en nuestro lugar – ¡somos quien Dios quiere que seamos! Y, así, vencemos las tentaciones, los problemas, las tribulaciones y las persecuciones. Vencemos al mundo, como dijo Jesús, a todo el infierno.”
Los domingos a las 7 y 9:30h, en todas las Universal, obispos, pastores y obreros, claman para que todos los presentes tengan un encuentro con Dios. Si usted ha llorado, incluso en voz baja y sin que las personas se enteren, si está cautivo debido a un problema, no deje de participar en este día especial. Vea la dirección de la Universal más cercana a su hogar aquí.
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