¡Hola obispo!
Todavía estaba degustando, pensando, razonando sobre lo que nos había sido enseñado en la reunión de pastores de este último jueves 24, y una de las cosas que me llamó la atención fue cuando usted habló al respecto de las tentaciones que el Señor Jesús enfrentó en el desierto.
Allí el diablo intentó de todas las maneras hacer que el SACRIFICIO PERFECTO no fuese concretado. Y una de las armas usadas por él fue la duda.
Hoy, muchas personas acuden a nosotros y dicen no saber cómo vencer los bombardeos de dudas, lanzados todos los días en sus respectivas mentes.
Algunas, aparentemente, estaban tan firmes, tan fuertes, tan seguras de sí mismas, sin embargo un pensamiento soplado por el diablo las hizo desmoronarse en la fe.
De esa forma, las preguntas que no se callan son las siguientes: “¿Cómo hago para vencer las dudas? ¿Qué arma debo usar en los momentos en los que el diablo intenta persuadirme con sus dardos de fuego en mi mente?”
Sepa que todos nosotros estamos sujetos a ser tentados a dudar, pero existe un glorioso ejemplo que el Señor Jesús nos dejó cuando Él fue SACRIFICADO en la cruz.
En Lucas 23, del 35 al 43, leemos innumerables veces al diablo tentando al Señor Jesús a través de la duda:
“… y aun los gobernantes se burlaban de Él, diciendo: A otros salvó; sálvese a Sí mismo, si Este es el Cristo, el Escogido de Dios.” Lucas 23:35
“… Si Tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo.” Lucas 23:37
“Y uno de los malhechores que estaban colgados Le injuriaba, diciendo: Si Tú eres el Cristo, sálvate a Ti mismo y a nosotros.” Lucas 23:39
La duda a través del “si”, intentó impedir que el Señor Jesús consumara el propósito por el cual Él había sido enviado. Sin embargo, Él era el SACRIFICIO y, por eso, ninguna duda tuvo el poder para impedirle hacer la voluntad del Padre.
Jesús le afirmó a uno de los malhechores que clamaba por misericordia, en ese momento tan importante ante el plan de Salvación para la humanidad, que ese hombre estaría en el paraíso con Él. ¡No había duda de quién Él era, es y será para siempre!
El sacrificio a través de una alianza con Dios nos hace tener ese poder: ¡el poder de vencer a través de lo que ESTÁ ESCRITO! ¡El poder de dudar de la duda! El poder de ser el PROPIO SACRIFICIO.
Si usted se preguntaba hasta hoy cómo vencer las dudas que tanto lo atormentan y le impiden que se lance al Altar, ahí está la respuesta que deseaba: ¡sea el propio sacrificio a través de una alianza con Dios! Así, el poder estará adentro de usted y no en la Biblia que lleva debajo de su brazo o que, incluso, está abierta en la sala de su casa.
¡Haga ya una alianza con Dios en el Altar!