Desde el punto de vista de la fe natural, los diezmos no tienen nada que ver con el casamiento.
Sin embargo, desde el punto de vista bíblico o de la fe sobrenatural, los dos caminan juntos.
Los diezmos son el principio de la relación con Dios.
Son las primicias, los primeros frutos o lo primero de todo en la vida, colocados en el altar como reconocimiento de la soberanía del Señor Jesús en nuestra vida.
Son la señal de la alianza, del pacto o del casamiento con Él.
La alianza en el dedo simboliza un compromiso asumido con alguien. De la misma forma, los diezmos simbolizan un compromiso con Dios y tipifican a Jesús, Mediador de la Nueva Alianza entre el Creador y la criatura. Hebreos 9:15; 12:24.
El diezmista se torna el propio diezmo de la misma forma como Jesús fue el Diezmo de Dios para la humanidad. Jeremías 2:3
Los diezmos y las ofrendas fueron la condición impuesta para que los hijos de Jacob regresen a Dios.
“…Volved a Mí y Yo volveré a vosotros —dice el Señor de los Ejércitos. Pero decís: «¿Cómo hemos de volver?». ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros Me estáis robando. Pero decís: «¿En qué Te hemos robado?». En los diezmos y en las ofrendas. Con maldición estáis malditos, porque vosotros, la nación entera, Me estáis robando.” Malaquías 3:7-9
Los diezmos establecen una sociedad con el Señor de los Ejércitos.
Además, el diezmista se prueba a sí mismo, le prueba al mundo y al autor de la maldición que su Fe en el Dios Vivo no es una farsa.
No hay otra forma, quien quiere el Sello de Dios, la Garantía del Espíritu, la Paz, la Alegría, el Amor y la Vida tiene que aliarse con el Altísimo Dios de Abraham, a partir de la fidelidad en los diezmos.
De lo contrario, va a continuar viviendo por vivir, de forma mediocre.