Sandra Britos y Julio Alvez pasaron por muchas dificultades. “Yo no podía dormir, escuchaba ruidos de cadenas y pasos en el techo.”, cuenta Sandra.
Con el tiempo tuvo que hacerse cargo de sus hermanos para ayudar a su mamá. A los 14 años comenzó a drogarse con amigas, cada tanto consumía.
Conocí a Julio, comenzamos a salir pero había peleas. Tomaba y fumaba estando embarazada, él ganaba muy poquito y se iba con problemas de salud de nuestro hijo. Él tenía problemas de los bronquios, broncoespasmo, neumonía, le daban el alta y tenía que volver a llamar a una ambulancia porque se me moría porque no podía respirar. Así estaba dos o tres semanas internado.
Quise suicidarme muchas veces, incluso estando embarazada. Como no veíamos una solución para nosotros, seguíamos tomando, fumando y peleando. En esos momentos su cuñado los invitaba a participar de las reuniones de la Universal. El primer día fui enojada a la reunión, con mucho dolor de cabeza, quería salir a fumar y me fui quejándome de todo. Un día, decidimos casarnos y ese día dejé el cigarrillo. Hoy somos un matrimonio feliz, resultado de la perseverancia”, finaliza sonriendo.
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