Estoy seguro de que, cuando dijo eso, el Señor estaba pensando en lo que significaría hacer a otra criatura para completar a la primera. A pesar de que ambos hubieran sido creados con perfección, aun así, sin la unión serían incompletos.
El casamiento caracteriza a la alianza del Creador con la criatura. El hombre representando al SEÑOR y la mujer a Su Iglesia.
“Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne; por consiguiente, ya no son dos, sino UNA sola carne.” Marcos 10:7-8
Al asumir una alianza con Dios, el ser humano y Dios se tornan un solo Espíritu. De la misma forma, cuando hay unión del hombre con la mujer, los dos se tornan una sola carne.
Por lo tanto, la criatura humana fue hecha para asumir dos casamientos: el primero, del espíritu humano con el Espíritu de Dios, resultando en UN Espíritu con Él.
El segundo, entre el alma de él y el alma de ella, resultando en una sola carne.
“Pero el que se une al Señor, es UN espíritu con Él. 1 Corintios 6:17
De acuerdo con el Eterno, el casamiento es la unión más sagrada en la faz de la Tierra porque inicia la familia, que, por su parte, representa al Casamiento con Dios, iniciando así la Santísima Familia de Dios.
Es decir, el casamiento del ser humano tiene que ser un espejo del casamiento con el Dios Altísimo.
El SEÑOR considera a los Suyos como un Marido. O sea, Redentor, Proveedor y Protector.
“Porque tu esposo es tu Hacedor, el SEÑOR de los Ejércitos es Su Nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que Se llama Dios de toda la Tierra.” Isaías 54:5
El recibimiento del Espíritu Santo significa el Sello del Casamiento con Dios.
Pero este casamiento depende de la entrega total de la criatura humana.
El Sello de Dios solo es posible después de la entrega de la otra parte con todas sus fuerzas, con todo su entendimiento y con toda su alma.
No hay otra manera: quien quiera casarse con el Todopoderoso tiene que divorciarse del mundo. De lo contrario, no ocurre nada.